lunes, 12 de diciembre de 2011

¿Realmente ves la realidad como es?

Laura y Raúl (nombres ficticios, por supuesto) tenían un matrimonio bastante feliz, hasta que llegaron casi al divorcio por la obstinación de Raúl. Su hijo iba a la escuela como la gran mayoría, pero mostró un talento único hacia el dibujo.

Después de un tiempo, su hijo decidió que dejaría la escuela para dedicarse al dibujo profesionalmente, cosa que Laura apoyó incondicionalmente. Raúl, sin embargo, fue categórico: mientras viviera con ellos, estudiaría como los demás.

Conforme pasaba el tiempo surgieron agrios pleitos por el futuro del hijo, que seguía empeñado en seguir su carrera y su madre apoyando sus sueños.

Durante todo ese tiempo, Raúl permaneció inconmovible, incluso cuando Laura se fue a casa de su madre y amenazó con dejarlo definitivamente.

La historia es común a muchas otras familias: un hijo deseando seguir sus sueños, mientras que su padre, obstinadamente, quiere que busque el futuro que él considera correcto.

Solo un par de detalles: el hijo tenía 5 años y el pleito duró un día.

¿Qué tiene que ver esto con la realidad? Que, si seguiste la historia, probablemente te hiciste una idea equivocada de la situación, que te llevó a una conclusión realmente absurda.

Probablemente pensaste que Raúl estaba a punto de perder a su familia por terco y que debía dejar a su hijo buscar su camino. Que “todo ese tiempo” que estuvieron separados ponía en riesgo su familia solo por orgullo y terquedad.

Que su hijo tenía derecho a seguir sus propios sueños y no vivir la vida de su padre.

Es típico que te hagas esa idea hasta que te enteras de los últimos dos detallitos, que cambian por completo las cosas.

Ahora, ¿qué tiene que ver esto con la realidad? Que muchas veces distorsionamos la realidad con base a los hechos y nos contamos una historia que, en el mejor de los casos, no es verdad (en otras realmente armamos conspiraciones inverosímiles).

Así, el compañero de trabajo que no se detuvo a saludarte no es un “sangrón y creído”, sino que tenía diarrea e iba corriendo al baño y que no te invitaron a una reunión  no porque te odien, sino porque estaban celebrando el compromiso de tu ex.

Eso de que cada quien ve lo que quiere ver es totalmente cierto: pintamos nuestra realidad de acuerdo a hechos que, a veces, no tienen nada que ver con lo que está pasando.

Así que si estás pensando que tu vecino te odia o que los compañeros del piso de abajo te tienen mala voluntad, tal vez no estás viendo las cosas como deberías.

Claro que puede ser cierto y tu vecino solo busca la manera de jorobarte o los del piso de abajo traman cómo molestarte, pero en la mayoría de los casos no es así.

Antes de poner la realidad tan mala, considera que puedes estar viendo lo que quieres, y no lo que es. Mejor actitud para empezar el siguiente año.