jueves, 30 de junio de 2011

"Si yo fuera..."

La vida está llena de problemas, retos y cosas raras. Conforme más tiempo paso en éste mundo, me doy cuenta de que nunca dejará de sorprenderme… especialmente cuando pasa algo que no quiero.

Y una de las típicas frases que se escuchan es “si yo fuera…”.

“Si yo fuera rico…”, “Si yo fuera más joven…”, “Si yo fuera más inteligente…”. Aparentemente el “si yo fuera…” soluciona todo.

El problema es que hay muchas personas que son más ricas, son más inteligentes o jóvenes y aún así no logran lo que quieren.

Porque “si yo fuera” no solo es una expresión de esperanza; es también una expresión de derrota. Básicamente dice que no puedes solucionar tu problema con lo que tienes ahora.

Y es lo que la mayoría de las personas hace: dejar las cosas como están hasta que sean ricas, jóvenes o inteligentes.

Hay que recordar que evolucionamos de un ser primitivo hasta lo que somos ahora.

Esos primeros seres humanos tuvieron que arreglárselas con muchos menos recursos que nosotros y, aparentemente, tenían problemas más fuertes.

Claro que podrías imaginar qué pasaría si tuvieras más dinero o juventud pero es solo un momento. Una vez que pienses en lo bonito que todo sería, hay que entrar en acción.

Nadar contra la corriente no es fácil pero también es lo que te puede hacer avanzar. Esperar a que todas las condiciones estén perfectas es negar la realidad.

Así que si estás esperando que te llegue dinero, inteligencia, contactos o algo más para ponerte a hacer las cosas, temo decirte que esperarás durante mucho tiempo.

Lo mejor es tomar lo que tienes a la mano y utilizarlo lo mejor posible. Tal vez te tome más trabajo, tal vez las cosas no queden tan bien como podrían pero saldrás adelante.

Probablemente ya lo has hecho antes y seguramente lo harás después. Solo es cuestión de cambiar tu actitud.

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lunes, 27 de junio de 2011

La visión distorsionada

Los vegetarianos dicen que comer carne es malo. Los fans del equipo X dicen que todos los demás equipos apestan. Los intelectuales dicen que los programas de televisión son muy tontos.

Cada tipo persona tiene una forma de pensar distinta de todos los demás. Y es esta variedad de opiniones la que hace que se puedan lograr grandes cosas, tanto buenas como malas.

El problema con estas distintas ideas preconcebidas o adquiridas es que tienen un efecto secundario cuando se unen con la terquedad humana: distorsionan tu visión de las cosas.

Un racista siempre verá a los de otras razas como personas inferiores y siempre pensará que la suya es la mejor. No importa si las personas que son objeto de su desprecio hagan cosas mucho mejores que ellos; la ideología es la misma.

Un fanático de un equipo de fútbol siempre verá a los demás como inferiores a su equipo, aunque le hayan ganado continuamente.

Aunque esto genera algunas situaciones chistosas, en la gran mayoría de los casos solo evita que veas las cosas como realmente son.

Muchas personas dicen que no son racistas, intolerantes ni nada de eso y, por lo tanto, estas cosas no aplican para ellos.

Sin embargo, hay pequeñas actitudes y decisiones que, sumadas, contribuyen a que tengas una imagen distorsionada de la realidad, especialmente cuando andas de malas.

Porque tu actitud puede nublar tu vista más que cualquier convicción o estereotipo. Alguien que está de malas verá todo mal, aunque existan cosas durante el día que merezcan la pena.

Un optimista siempre verá el lado positivo de las cosas, aunque parezca imposible verle el lado bueno a la situación que vive.

Cambiando tu actitud puedes quitar ese velo que te impide ver lo que tienes enfrente como realmente es y eso está totalmente bajo tu control.

Así que cambia tu actitud. La realidad no es tan mala como parece; solo hay que encontrarle el ángulo adecuado.

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domingo, 26 de junio de 2011

Las distintas formas de felicidad (I)

“El dinero no da la felicidad”, “Nunca nadie ha dicho, en su lecho de muerte, ‘hubiera pasado más tiempo en la oficina’”, y muchos otras frases han mostrado a veces le damos mucha importancia a cosas que no la tienen.

Porque si la felicidad no la da el dinero, ¿por qué te matas trabajando y dejas de lado a tu familia?

Pero, ¿cómo estar en la casa con la familia y crear hermosos recuerdos si no tienes dinero ni para darles de comer? ¿No serían ellos los que te animarían (aunque sea a cubetazos de agua) a que te fueras a buscar trabajo?

La realidad es que, como siempre, los seres humanos somos cosas extrañas… y variadas.

Un tipo comenzó un negocio porque quería tener más dinero para su familia. En su mente estaban grandes objetivos: una casa con todas las comodidades para su esposa, colegios privados y excelentes para sus hijos y vacaciones exóticas para toda la familia.

Conforme pasaron los años se hizo cada vez más exitoso, hasta que un día vendió el negocio por una gran cantidad de dinero.

Compraron una casa enorme. Los hijos tienen fondos estudiantiles que les alcanzan para cualquier escuela que elijan. Viajaron a todo el mundo. Hasta que un día se quedó en la cama sin ninguna razón para levantarse.

Comenzó a aumentar de peso, a hacerse gruñón y a ver telenovelas… hasta que la mujer lo corrió de la casa, lo obligó a rentar una oficina y le dijo que no regresara hasta que viera que hacer con su tiempo.

Ya en la oficina y con un teléfono a la mano, comenzó a revisar ideas con algunos de sus contactos y un par de meses después comenzó una sociedad de inversiones.

Hoy cuentan con varias oficinas en varios estados, más de 100 empleados y no solo tiene algo interesante que hacer con su tiempo: gana mucho dinero.

¿Moraleja? La famosa “felicidad” a veces no es lo que crees. Puede ser cierto que la felicidad está en el camino y no en la meta.

¿De qué te sirve el éxito si ya no tienes nada que te llene por dentro?

Pero hay algunas contradicciones, que verás en la siguiente entrada.


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viernes, 24 de junio de 2011

Caer en la negación

Una de las cosas que te detienen te hacen actuar sin pensar es la negación.

A veces las creencias o prejuicios de la gente hace que sea simplemente imposible que consideren cosas que los demás hacen.

Hay personas que, por ejemplo, no creen que se pueda hacer negocios con energías alternativas, con FOREX o que se pueda ganar dinero en Internet.

También hay quienes se niegan a dejar de creer en cosas que se han demostrado como falsas o que tienen otro significado.

Es entonces cuando la negación entra en funciones para protegerte de las decepciones.

Imagina que poner todo tu dinero en un negocio que te promete grandes ganancias. A pesar del consejo de muchas personas, que te recomendaron que no le entraras, tú te avientas.

Después empiezan las señales de que las cosas van a salir mal, tal como muchos te lo dijeron.

En éste punto muchas personas prefieren simplemente cerrar los ojos y decir “NO” a cualquiera que quiera decir que estaban equivocados.

Porque, en el caso del negocio, no solo perderás dinero: también tendrás que afrontar los “te lo dije” de todos los que te advirtieron y esto es, a veces, todavía peor.

Tal como algunos padres niegan que sus hijos se droguen o que una personas diga que su pareja jamás le será infiel, también tú entras en la negación con muchas cosas.

A veces son cosas de dinero, a veces del trabajo, a veces del amor. La realidad es que no importa; lo que importa es que sepas que puedes caer en la negación y evitarla.

Negar la realidad no la hace distinta y, lo que es peor, te pone en camino del estancamiento y el fracaso.

La realidad a veces puede ser fea, pero hay que aprender a aceptarla. A fin de cuentas, es parte de la vida.

martes, 21 de junio de 2011

Tu amuleto de la buena suerte

Si alguien me preguntara si existe un amuleto de la buena suerte, le diría que sí. Y no es una pata de conejo o algún amuleto que compras con los muchos “brujos” que hay hoy en día.

Es algo que tú controlas: tu actitud. Porque, si te pones a ver cómo es la gente que tiene buena suerte, verás que pocos de ellos son personas taciturnas, peleoneras o amargadas.

Porque la famosa “suerte”, tal como la vemos en otras personas, no consiste en encontrarse dinero tirado o en sacarse la lotería: eso es azar puro.

Quienes consiguen buenos trabajos, ofertas, oportunidades y a veces hasta dinero son quienes tienen una gran cantidad de amigos, contactos y conocidos con quienes están bien y quienes, por alguna razón, quieren quedar bien con ellos.

Muchos de los jefes de muchas empresas no son los más hábiles o los más “estudiados”; son los que tienen más apoyo de sus subordinados y de sus jefes.

A veces te preguntas por qué tú, que tienes más talento, inteligencia, capacitación y tiempo en la empresa, no tienes las mismas oportunidades.

Tal vez sea porque no tienes la actitud correcta.

Claro que siempre hay injusticias y, a veces la vida no es justa, pero muchas personas que se quejan de esto tienen la actitud que las aleja de todas las oportunidades.

Porque, ¿quién quiere de jefe a alguien amargo que solo sabe quejarse y echar culpas? ¿Quién quiere contratar a alguien que parece estar resentido con todo el mundo? ¿Por qué habría de “heredar” todos los problemas que tiene otra persona?

Así que checa tu actitud. Tal vez alejas las oportunidades y ni siquiera te has dado cuenta.

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domingo, 19 de junio de 2011

Toma la vida como viene

Si algo tiene la vida es que manda puras broncas. Es raro que pase un día sin que se te presente algún problema, desde un carro que no te deja pasar hasta un accidente grave.

Algunas son cosas tan simples que ni siquiera las tomas en cuenta, pero otras pueden hasta cambiar tu vida, para bien o mal. Y si es bien o mal, depende mucho de tu actitud.

Claro que algunos problemas difícilmente pueden tener lado bueno, como un dolor de muelas o la muerte de un familiar, pero la gran mayoría los puedes enfrentar y fortalecerte. Algunos, incluso, te darán oportunidades escondidas, si te dispones a abrir los ojos y verlas.

Sin embargo, la gran mayoría ve los problemas solo como problemas y se lamenta de su poca suerte, de su mala estrella o de que necesita “una limpia”.

Y el problema es que esta actitud crea una cosa que pocos ven, aunque la mayoría de la gente lo nota inmediatamente: el gasto de energía.

Porque aunque no lo creas, es increíble la cantidad de energía que desperdicias lamentándote, quejándote y, sobre todo, enojándote contra tu vida.

Pocas cosas puedes hacer contra la vida, así que no vale la pena ni pensarlo. Tampoco puedes cambiar las cosas con limpias o amuletos.

Así que lo mejor es tomar la vida como viene. Mucha gente tiene problemas mucho peores que tú (consuelo de tontos, ya sé…), pero lo importante es que muchos de ellos siguen adelante mientras otros pierden mucho tiempo y oportunidades en el sitio de las lamentaciones.

La vida puede ser muy mendiga, así que hay que ser más fuerte todavía. Al fin que nosotros los humanos somos muy adaptables.


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viernes, 17 de junio de 2011

¿Tomas las oportunidades?

Si algo hace el ser humano es perder oportunidades. Algunas porque venían ocultas en problemas, otras porque se veían demasiado buenas para ser ciertas o parecían muy malas como para tomarlas.

Empleos, inversiones, compras o ventas se irán de tus manos una y otra vez por una infinidad de razones, algunas que están en tus manos y otras que no.

Porque, tristemente, los seres humanos tenemos una tendencia natural para ser tercos y empecinados en nuestros errores e indecisos y morosos para las verdaderas oportunidades.

Durante muchos años he visto a mucha gente “analizar” hasta el cansancio las cosas y, después de eso, no hacer nada. E incluyo también el espejo, porque me he visto a mi mismo cometer el mismo error.

La oportunidad no llama muy seguido y, cuando lo hace, hay que hacerle caso rápido.

Con esto no digo que agarres lo primero que veas sin pensarle un poco, pero no cometas el error de quedarte a analizar y esperar por siempre, ya que las oportunidades, igual que vienen, pasan.

Así como a veces simplemente decides que vas a ir a nadar, que vas a bajar de peso o que aprenderás chino, también decide tomar la oportunidad cuando se presenta.

Riesgos siempre habrá, pero la vida es corta para pasártela dejando ir oportunidades una tras otra.


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miércoles, 15 de junio de 2011

La emoción del comienzo

Pocas cosas hay más emocionadas y listas que un recién egresado. Cuando una de mis sobrinas me dijo que por fin había terminado sus estudios y ya tenía carrera, me dio mucho gusto.

Al visitarlos en su casa no paraba de brincar, dar vueltas y decir, una y otra vez, cómo habían sido las cosas, cómo le habían dicho que ya era oficial y todo lo que quería hacer.

La forma atropellada de hablar, el brillo en sus ojos, el que no pudiera estar más de dos segundos quieta en un lugar me recordó mis viejos tiempos.

Lo más importante es que ella no paraba de hablar de todo lo que haría, de los trabajos, negocios y mil cosas que empezaría.

Y, dos semanas atrás, en vez de un abrazo de felicitación, le había dado uno de consuelo, diciéndole que todo estaría bien. Era una chica temblorosa, desvelada, cansada e increíblemente preocupada.

Sus exámenes, sus trabajos finales, los promedios… con un fuerte aliento a café y comida chatarra me decía cómo estaba de preocupada y sobre qué pasaría si no terminaba.

Eso había desaparecido. Hoy veía a alguien con una energía inagotable e impaciente por enfrentarse a todo lo que la vida le pudiera echar encima.

¿Y ésta es la misma chica que estaba lloriqueando hace dos semanas?, me pregunté. Efectivamente, era ella misma, pero con una nueva actitud.

Tal vez es lo que nos falta a algunos. Si ya tus ojos no brillan, si ya no te emocionas, tal vez quieras ir a alguna graduación, aunque te tengas que colar.

Ver esas ganas, ese anhelo y, sobre todo, esa satisfacción en sus ojos es, realmente, contagioso. Tal vez salgas con la energía que te hace falta para volver a empezar.

Y quién sabe, igual y en unos años te veo brincando de gusto…

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martes, 14 de junio de 2011

"Sintiendo" Los Infortunios

Una de las cosas que hacemos mucho los humanos es pensar continuamente en lo mal que saldrán las cosas.

Hay muchas personas que quieren, por ejemplo, poner un negocio de algo, pero nunca lo hacen.

¿La razón? Las muchas cosas que pueden salir mal. Pueden asaltarlos. Pueden perder ventas. Pueden quebrar.

¿Sabes qué es lo peor de todo? Que la gran mayoría de estas personas sufre este tipo de infortunios, y no en el negocio, porque nunca lo empezaron, sino en su mente.

Porque la mente es más poderosa de lo que imaginas y te hace vivir lo que estás pensando. Así que, aún cuando no han empezado, ya pasaron por el miedo y el coraje de un asalto, la angustia de perder ventas y la desesperación y humillación de una quiebra.

Y eso sin pasar por el increíble empuje para abrir el negocio, la alegría cuando abres por primera vez, la emoción de tu primera venta, la sensación de logro y satisfacción cuando empiezas a ganar un dinerito.

¿No sería mejor abrirlo y ver qué pasa? Así al menos viviste cosas buenas cuando los infortunios te lleguen.

Y así andan miles por la vida. Personas que sufren de la humillación de no poder hablar en público, aunque nunca se han parado frente a un auditorio, que sienten el rechazo de los franceses cuando no hablan bien su idioma, aunque nunca han ido a Francia.

Porque así como somos buenos para sentir esos infortunios, podemos ser buenos para vivir las alegrías que nos podría traer el tratar “eso” que siempre has pensado.

¿Por qué no lo intentas de esa manera, una que otra vez?


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lunes, 13 de junio de 2011

El éxito que se guardó 10 años

En 1968, el doctor Spencer Silver inventó un pegamento no permanente. ¿Qué hacer con una cosa que no pegaba? Esa fue una pregunta sin respuesta para 3M, una empresa cuyo renombre era hacer pegamentos fuertes.

Fue hasta 1980 que 3M lanzó al mercado los primeros Post-It.

Lo que fue un gran éxito estuvo en el congelador por más de 10 años, simplemente porque a nadie se le había ocurrido la idea de utilizarlo (hasta que llegó Art Fry y cambio eso).

Hoy en día es raro ver a alguien que no conozca los Post-It y la gran mayoría de nosotros los utilizamos todos los días para muchas cosas.

Cada que inicias algo nunca sabes lo que va a pasar. Puedes tener grandes éxitos, puedes tener grandes fracasos o simplemente tener “algo”.

Sin embargo, a veces el no lograr lo que estabas buscando hace que te olvides del producto de tus esfuerzos.

Así como hay oportunidades para todo aquel que las busca, también hay oportunidades para muchas cosas que nadie quiere y que parecen inútiles.

Así que si algún emprendimiento tuyo no dio los frutos, fue un fracaso o no está llevándote a ningún lado, fíjate en lo que has hecho.

Tal vez tengas el próximo gran éxito en algún mercado. Mala cosa que lo tengas esperando 10 años.

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domingo, 12 de junio de 2011

Cerámica para cambiar la vida

Martha, casada y con dos hijos, tenía varios problemas económicos, especialmente cuando se trataba de pagar estudios.

Pensando en darle mayores oportunidades a sus hijos (ella solo estudió hasta la secundaria), siempre los tuvo en buenas escuelas que alegremente le pasaban la factura por sus servicios.

Aunque el marido tenía un relativamente buen trabajo, los constantes aumentos en libros, colegiaturas y cursos extra estaban causando estragos en los ingresos de la familia.

Sabiendo algo de pintura en cerámica, decidió poner una escuelita de pintura. La idea era vender cursos, rentar el horno para los estudiantes y venderles material.

Como no tenía dinero para empezar, les dijo a sus familiares que se asociaran con ella. Todos dijeron que no, pero una de sus hermanas le dijo que podía prestarle algo de dinero.

El marido (chapado a la antigua), dijo que ella no tenía porque trabajar ya que el ponía el dinero y que no tenía para que empezaran “negocitos”.

Con lo que le había prestado su hermana y la venta de un par de joyas fue a una exposición de cerámica donde encontró buenos precios para iniciar su negocio.

Con unas pocas piezas de cerámica y algunos materiales, abrió su negocio de cerámica. Al principio sacaba suficiente para reponer el material y un excedente, aunque las largas horas que le tomaba y el poco tiempo que le quedaba para la familia hacía que las ganancias parecieran muy pocas.

Sin embargo, conforme se corrió la voz, la escuela de cerámica era punto de reunión para señoras que querían aprender, hacer algún regalo o simplemente juntarse por las tardes para “ponerse al corriente”.

Un año después los demás familiares empezaron a decirle que “siempre sí le entraban a la sociedad”. Ella les comentó que ya no era necesario, pero que los podía ayudar si querían iniciar un negocio similar.

El marido ahora trabaja para ella, ya que el negocio va viento en popa. Una idea y una pequeña operación se convirtieron en un negocio rentable y hasta la envidia de familiares y amigos.

Historias como ésta hay en todos lados. Y no es de alguien con grandes capitales, mucha suerte o cerebro privilegiado; simplemente alguien con una idea y un gran deseo de superarse.

¿Cuándo empiezas a escribir la tuya?

sábado, 11 de junio de 2011

Nunca hay que dejar de pensar

Hay cosas que de plano no se pueden discutir. Entre religiones, afiliaciones políticas y equipos deportivos, la decisión que muchas personas toman está totalmente ligada a éstas.

A veces, incluso cuando no quieren hacer algo, lo hacen porque “es lo que tienen que hacer”.

Lo bueno de los dogmas es que te permiten ejercer el poder sin que nadie pregunte. Eso cuando estás hasta arriba claro.

Lo malo es que los dogmas no permiten avanzar.

Los muchos logros del ser humano se deben a que un día alguien se preguntó si había otra manera de hacer las cosas.

A veces muchas de esas cosas se consideraban imposibles o pecaminosas y demostraron no ser ni una ni otra.

Cuestionar no es ser grosero ni ir en contra de nada, simplemente es cuestionar.

Cuando cuestionas echas a andar la maquinaria cerebral y empiezas a buscar otras cosas. Con esto se abren posibilidades, algunas buenas y otras malas, pero siempre se abren.

Todos nos hacemos preguntas. Todos cuestionamos. Desde niños queremos saber por qué llueve, por qué los perros no hablan y por qué el abuelito está arrugado.

Sin embargo, con el tiempo perdemos esta capacidad en muchas áreas de nuestra vida y esa es una decisión propia.

Usar tu cabeza no es malo, aunque a veces parezca que pensar mucho trae problemas. La búsqueda del conocimiento y de la verdad es algo que todos los humanos tenemos.

De tener esta curiosidad, tu vida puede estar mucho más llena, aunque a algunos no les parezca. Aunque, con un poco de discreción, todo se puede hacer.

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viernes, 10 de junio de 2011

Hay que salir de la caverna

Una de las cosas que tenía el ser humano en sus inicios era la reacción. Probablemente era la única cosa que tenía.

Es lo mismo para todos los seres vivos. Estamos, nos guste o no, a merced de la naturaleza. El ser humano tenía que hacer de todo para sobrevivir y reaccionaba a todo lo que la naturaleza le aventaba.

En esos tiempos no existía el concepto de “mañana” o “el futuro”. ¿Salió un tigre? ¡A correr! ¿Aparecieron unos venados? ¡A cazar! ¿Empezó a llover? ¡A la cueva!

Esa forma de reaccionar ante lo que vaya saliendo es parte de todos los seres vivos. Sin embargo, las necesidades del hombre lo llevaron a guardar unos granos para el invierno o a hacer una trampa para cuando el tigre viniera a dar lata.

Todas esas necesidades no eran una forma de ver sus capacidades o de lograr algo en su vida: eran cuestión de vida o muerte. El hombre de las cavernas tenía toda la motivación necesaria para hacer lo que tenía que hacer.

Gracias a esa capacidad de previsión y de adaptación, el hombre ha llegado a ser lo que es. Y sin embargo, también hemos caído en una triste trampa: la conformidad.

Ya no hay tigres ni osos ni cosas que nos asusten. Tenemos casas, electricidad, refrigeradores y un montón de cosas más. Claro que ahora batallamos por dinero, pero mientras haya comida, los gastos vayan saliendo y sobre algo para unas cervezas, todo estará bien.

Las grandes cosas no las forjan los trabajadores o voluntariosos. Puedes tener la energía y la voluntad, pero no pasará nada mientras estés conforme.

Todas las grandes cosas que tenemos ahora, buenas y malas, fueran hechas por los eternos inconformes. Aquellos que, a pesar de lo que tienes tú, querían algo más.

¿Estás iniciando un negocio de medio tiempo pero no ves mucho avance? Deja que te despidan de tu trabajo y verás que ¡vas a trabajar como nunca!

¿No puedes correr más de 10 cuadras seguidas? Deja que te persiga un perro y te aseguro que romperás el record de resistencia y velocidad.

No sé cuáles sean tus metas, pero sí puedo asegurarte una cosa: no las alcanzarás mientras estés conforme.

Así que piensa en la conformidad y ve tu cómoda vida desde otro punto de vista. Tal vez decidas inconformarte. Mejor aún, tal vez quieras hacer algo al respecto…

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jueves, 9 de junio de 2011

Sabes más de lo que crees

Hace tiempo, cuando estaba en una empresa, me tocó suplir a una persona que tuvo un accidente. Ella se encargaba de la nómina y los préstamos. Yo nunca había hecho nada de eso, pero como jefe de informática digamos que “me tocaba”.

Así que, a pesar de nunca haberlo hecho, tuve que estar una semana completa. El primer día fue de mucho relajo pero la semana terminó sin problemas.

Cuando un carpintero tuvo un accidente, su hijo, que estaba estudiando leyes, tomó cargo del taller por dos semanas, mientras su padre se recuperaba. Aunque ya es abogado, también hace varias cosas de madera por hobby.

La vida está llena de historias de personas que, como nosotros, tuvieron que hacer algo que no sabían, en lo que no tenían experiencia o que nunca habían considerado.

A todos les fue bien y pudieron salir adelante con todo y que no sabían.

La moraleja es que tú sabes mucho más de lo que crees. Es probable que tengas habilidades que ni siquiera has considerado.

Así que si no has hecho algo que “te llama la atención”, tal vez es hora de que te des cuenta de tu potencial.

Aunque también hay cosas para las que nunca vas a servir, lo más seguro es que haya más en las que podrás hacerlo bien.

Como de costumbre, solo hay una forma de saberlo. Hasta que no lo intentes, el potencial solo será potencial.

Si las cosas no salen bien, ya sabes de algo de tus limitaciones. Si salen bien, ya tienes una cosa más que sabes que puedes hacer.

No importa cómo lo veas, de todos modos sales ganando.

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miércoles, 8 de junio de 2011

¿Cuanto tiempo se te va?

Hay tantas cosas que hacer todos los días que hasta parece que no te alcanza el tiempo “ni para comer”.

Y sin embargo, si haces cuentas, tienes muchas horas libres todos los días, los fines de semana, días festivos, noches, horas de comer y más.

Si eso fuera real, solamente comeríamos y dormiríamos, pero tenemos tiempo para ver la tele, ponernos al corriente en las novelas, ver las noticias y hasta una película de vez en cuando.

Pero todavía faltan fiestas, reuniones, despedidas de soltero, “baby showers” y un montón de cosas más.

Cada uno de estas cosas toman tiempo y algunas bastante.

Y sin embargo escucho a pocas personas decir “tengo mucho tiempo libre para hacer …”

Como de costumbre, tu actitud hacia la vida es la que te dará la perspectiva correcta. Puedes ver todo desde el balcón de la esperanza o del sótano de la amargura.

Puedes hacer muchas cosas más de las que haces ahora, si realmente tienes ganas.

Tiempo tenemos todos y el mismo. Hay muchas cosas que la riqueza, poder, inteligencia y otras cosas pueden mejorar o darle a quién lo tiene, pero el tiempo no cambia para nadie.

Tal vez es la única cosa que no da preferencia a nadie.

Si alguien más puede hacerlo, en la medida de lo razonable, tú también lo puedes hacer. Solo es cuestión de que tomes la decisión y aproveches todo ese tiempo que tienes “medio perdido” y que pareces no querer ver.

  • Escucha algo educativo mientras vas a tu trabajo o a la escuela.
  • Ve programas que te enseñen algo en vez de ver novelas.
  • Lee un poco, aunque sea en el baño.
  • Limita el tiempo que pasas navegando “a ver qué encuentras” y ponte alguna meta.

Tenemos al alcance la misma información que los demás. ¿Cómo piensas aprovecharla?


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martes, 7 de junio de 2011

Vive tu vida en tus términos

Desde que naciste has tenido que seguir reglas. En tu infancia no podías subirte a los muebles, brincar en la cama, tomar vino y mil cosas más. En ese tiempo no tenías mucha opción… Lo único que te queda es hacer caso.

Conforme fuiste creciendo tuviste que seguir los términos de muchas otras personas.

Las reglas y términos de la escuela.

Las reglas y políticas del trabajo.

Las reglas del gimnasio.

Puedes seguirle sumando todas las cosas que quieras. Vivimos en un mundo de reglas que tenemos que seguir y respetar para poder seguir siendo parte de la sociedad.

Sin embargo, solo una persona puede poner reglas en cómo vive su vida y esa eres tú. Y, teniendo todo ese poder en tus manos, muchas veces lo haces a un lado para seguir las reglas de los demás.

Lo que dicen tus amigos.

Lo que te dicta tu religión.

Lo que te dicen o decían tus familiares.

Total que todo lo que haces sigue los términos de alguien, algunas veces porque no queda de otra (como pagar impuestos) y otras porque no has querido utilizar el poder que tienes.

A lo mejor quieres aprender a bailar ballet pero, ¿qué van a decir tus amigos cuando se enteren? Tal vez te gusta ver telenovelas por la tarde pero si tus compañeros de trabajo se enteran vas a quedar mal.

Tal vez ya cambiaste tu religión pero no quieres que tus papás se enteren para que pongan “el grito en el cielo”.

Aunque es bueno el tratar de convivir y darle por su lado a algunas personas, ¿hasta qué punto vas a sacrificar tu persona?

Porque a veces, “por no buscar problemas”, te acostumbras a vivir una vida que podría ser mucho mejor, al menos para ti.

Si estás en ésta situación, tal vez te convenga ver los efectos que tiene en ti. Porque dentro de unos años no habrá vuelta atrás y solo te quedará pensar en “lo que pudo ser”.

No dejes que te pase. Tu vida debe ser vivida en tus términos. Los demás tienen los suyos y tú debes saber poner tus límites. ¿No es lo mismo que hace todo mundo?


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lunes, 6 de junio de 2011

Lo que crees es lo que ves

Hace muchos años, en los albores de la humanidad, la caída de un rayo significaba el inicio de horas de terror por parte de los primeros hombres.

Las terribles saetas de luz, seguidas con el ruido atronador de las nubes que hasta hacía temblar el suelo, infundía un terror absoluto entre los humanos, que se abrazaban esperando que terminara.

El miedo era tan grande que hasta los más fieros, que no vacilaban en enfrentarse con una lanza a un tigre o un mamut, se arrodillaban y pedían a la divinidad de los rayos que no los dañara más.

Hoy, cuando los rayos caen, los hombres fieros siguen temiendo. Corren a los edificios para verificar que los pararrayos estén conectados y desconectan los preciosos aparatos electrónicos.

Aún tienen temores, aunque están más relacionados con el tiempo que se irá la energía eléctrica y cuanto les costará reparar los daños que la tormenta provoque.

Ambos piensan cosas distintas pero la situación es exactamente igual. Los rayos siguen siendo iguales que hace 10,000 años, al igual que los efectos de las tormentas.

Lo único que ha cambiado es cómo lo ven sus espectadores. Los primeros veían un tipo enojado tirándoles rayos para espantarlos. Los últimos ven los efectos de una tormenta eléctrica.

Solo cambio lo que creen que ven. Y eso lo cambia el saber. El conocimiento puede quitar todo el velo de prejuicios, ignorancia y hasta miedo con el que ves el mundo.

¿Has aprendido algo nuevo hoy? ¿Has podido quitarte el velo con el que ves las cosas?

Tal vez la oportunidad esté frente a ti, pero tu visión puede estar distorsionada por tus creencias. Aprende a ver las cosas desde otro ángulo. Investiga más cosas. No caigas solo en lo que “dicen los demás”.

Eso puede ser la diferencia que estás buscando.

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miércoles, 1 de junio de 2011

No existe la certeza


“La incertidumbre es una posición incómoda,
pero la certeza es una posición absurda

Voltaire

Si algo siempre queremos en este mundo es estar seguros. Y no me refiero a la seguridad física sino a tener la certeza de que va a suceder lo que creemos que va a suceder.

Es por eso que siempre tratamos de no dar un paso sin estar seguros… a menos que sea algo que nos interese mucho, no tengamos mucho tiempo disponible o no nos importen las consecuencias.

Por ejemplo, rara vez alguien se pone a pensar que si se va de fin de semana a la playa es posible que llueva o que si sale de antro un sábado en la noche le pueda caer la anti alcohólica.

Sin embargo, para otras cosas parece que todo mundo piensa demasiado. Negocios, inversiones, estudios, cambios de trabajo… todo eso siempre tiene una respuesta: “No estoy segura(o)”.

Así que pedimos y hasta exigimos “seguridades” para cualquiera de esas cosas, aunque a veces parezcan ciertamente absurdas.

Por ejemplo, no aceptar una inscripción a una escuela a menos que “te aseguren” que vas a terminar la carrera o no entrar en un negocio a menos que “te aseguren” que todo va a salir bien.

El dudar es normal y hasta es sano. Si no fuéramos escépticos, pocas cosas hubieran progresado más allá de la edad de piedra.

Sin embargo, a veces la búsqueda de certeza solo es una excusa para justificar el hecho de que no queremos hacer algo.

Las razones pueden ser muchas, pero como que se oye feo decir “no quiero hacer esto” o “no puedo hacer esto”.

Así que mejor decimos que “lo vamos a pensar” y que lo haremos cuando “estemos seguros”.

Nadie puede darte la certeza de que todo va a salir bien; solo te pueden dar probabilidades. La pregunta es, ¿vale la pena tomar el riesgo?

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