martes, 31 de enero de 2012

Ve las cosas en perspectiva


Cuando las cosas andan mal, es común tener una actitud algo derrotista. Probablemente debido a que las cosas malas se juntan (en eso siempre son oportunas), parecería que no hay muchas cosas buenas en el futuro para nosotros.

De acuerdo a algunos, esto se debe a que, incluso en nuestros peores momentos, nuestro ego no deja de descansar.

Somos tan ególatras que hasta llegamos a pensar que nadie está peor que nosotros.

Esto es, en el mejor de los casos, tener la visión sumamente limitada. Aunque no lo creas, en algún lugar del mundo hay alguien con problemas mucho mayores que los tuyos y quejándose igual que tú.

Y lo peor del caso es que, en esta economía, no hay que ir a África o a la India para ver que alguien está pasándola peor que tú: en tu ciudad encontrarás mil ejemplos de cómo te puedes considerar una persona afortunada.

Sé que es consuelo de tontos el ver que alguien le va peor que a ti, pero también te sirve para ver las cosas en perspectiva.

La depresión es una de las cosas que más puede detenerte a la hora de querer avanzar. Es la causa de que mucha gente se quede en la cama viendo televisión todo el día y comiendo hasta que ya no pueda levantarse.

Cuando tienes la mínima esperanza de que las cosas pueden ir mejor, es mucho más fácil levantarse de la cama y hacer lo que tienes que hacer para mejorar la situación.

Ser positivo no va a resolver los problemas, pero ser positivo y entrar en acción es la manera más segura de tener éxito.

Así como hay gente que se obsesiona en que se ve gorda (como les pasa a las que tiene anorexia) o que dicen que no tiene ningún problema (como los adictos), también hay quien se obsesiona en que todo siempre estará mal (da risa en las caricaturas, pero cae gordo en una persona).

Déjame te digo que no eres tan especial como para que la desgracia siempre se centre en ti. Esa se reparte para todos; simplemente hay algunos que acumulan más cuando no hacen nada para remediarla.

El querer tomar a la desgracia como tu diosa personal es como decir que la diosa Fortuna siempre está de tu lado, como los que van a perder todo su dinero en los casinos.

Por tanto, deja de centrarte en que eres el imán de toda la desgracia del universo y concéntrate en salir del hoyo. Verás que, cuando ves las cosas en perspectiva, la situación típicamente tiene remedio.


miércoles, 25 de enero de 2012

Tú puedes inspirar el cambio

Aunque algunos no están muy de acuerdo, muchos estudios han demostrado que muchos de nuestros comportamientos (especialmente los peorcitos) son muy parecidos a los chimpancés. De hecho, el comportamiento de estos últimos, que incluye envidia, venganza y guerra, no los hace muy diferentes de lo que hacemos; solo que tenemos herramientas más padres.

Así que, básicamente, somos changos sin pelo. Y, por desgracia, mostramos esa parte de nosotros más veces que menos.

Sin embargo, con el tiempo aprendemos a controlarnos y a vivir en lo que parece una sociedad más o menos estable, quitando los pequeños inconvenientes de todos los días, como el conductor que se pasa un alto, la gente que se cruza la calle sin utilizar los puentes o los que pegan el chicle debajo de la silla.

El problema es que podemos descender al comportamiento del mono en un segundo.

¿No me crees? Ve un partido de cualquier deporte. Asiste a un mitin político. Ve a un concierto. En cualquiera de estos eventos (y muchos otros), los asistentes han mostrado el lado simiesco de la humanidad, armando relajos que nos muestran como somos.

Si todo mundo es así, ¿de qué sirve que yo me porte bien?

Eso lo he pensado muchas veces cuando alguien más tira basura o se hace el loco cuando le dicen que estorba, pero ayer vi un estudio que me dio algo de esperanza.

Resulta que repitieron un experimento en el que una persona, siguiendo las instrucciones de un “doctor”, le daba choques eléctricos a otra persona cuando contestaba una pregunta incorrectamente.

El voltaje iba subiendo y el sujeto seguía dándole toques al otro, aunque gritara de dolor (hay que aclarar aquí que no había nadie recibiendo descargas; solo eran gritos y quejas fingidas).

La gran mayoría siguieron con el experimento aunque el voltaje subiera a niveles peligrosos. Los que dudaban solo necesitaban que el "doctor" les ordenara seguir, pero muchos hasta se reían. Solo unos pocos dijeron que no querían hacer sufrir a un congénere y salieron del lugar.

Sin embargo, hubo una variante interesante: a otros los metieron con un investigador, disfrazado como participante.

Al comenzar con los choques eléctricos, el investigador de pronto se levantaba y decía “Esto está mal, yo no pienso seguir con esto” y se iba  hacia la puerta. En éste caso, la gran mayoría ya no quiso seguir con el experimento.

¿Qué nos dice esto? Que cuando alguien defiende un ideal, la gran mayoría lo sigue. Así que cuando haces algo bueno, a veces sin que te des cuenta, inspiras a alguien a hacerlo también.

Menos mal que tener valores también los esparce, ¿no crees?

lunes, 23 de enero de 2012

Buscando excusas para el éxito de alguien más


Hace algún tiempo comenté acerca de una conversación en la que un amigo estaba haciendo un negocio y no quería distraerse buscando trabajo (Hoy no me pongo corbata).

Eso fue hace poco más de un año, lo cual puede parecer mucho o poco, según quién lo está viendo.

De ese tiempo al presente las cosas nos van bien a los dos. Él ya tiene buenos clientes y su señora ya no se enoja cuando no se pone la corbata.

Yo ya no estoy haciendo mi trabajo de oficina y me dedico a ganar dinero por Internet. ¿Quién diría que las cosas saldrían tan bien al cabo de relativamente poco tiempo?

Las estadísticas no. De acuerdo a estas, 9 de cada 10 negocios truenan antes de los 5 años, la gran mayoría de estos antes del primero y no dejan ganancias.

Afortunadamente para nosotros, parece que somos ese negocio que sí prospera.

Y es aquí en donde todo mundo dice saca muchas de las excusas y racionalizaciones que utilizamos para explicar porqué el éxito de otra persona no puede ser posible para nosotros.

En mi caso, porque yo soy programador y porque yo sé cómo escribir.

Aquí hay algo de cierto… soy programador y, al igual que todos los que han pasado de tercero de primaria, también sé escribir.

Sin embargo, ser programador casi no me ha servido de nada para esto (no es necesario programar Blogger o Wordpress) y, aunque les agradezco el piropo, no me puedo llamar un gran escritor.

No he escrito ningún libro, novela o ensayo que haya sido publicado. Nunca he ganado ningún concurso que tenga que ver con escribir. Gané uno de modelado en plastilina y uno de deletreo, pero creo que no aplican.

Mi trabajo como escritor nunca fue reconocido en la escuela y tampoco mientras estuve trabajando. Aún ahora, que prácticamente vivo de escribir, no salgo en la tele ni me invitan como experto en los programas de chismes.

Así que eso de que “saber programar” y “escribes bien” no es precisamente la razón del éxito: es el trabajo.

Porque así como alguna vez trabajamos para nuestros patrones, así trabajamos para nuestros negocios. No sé él, a mí me costo trabajo ya que al principio no sabía cómo darme una patada en el trasero para ponerme en acción (cosa que mis patrones siempre supieron hacer...), pero con el tiempo aprendes.

Así que si tú estás pensando en que los demás tienen éxito, tú también puedes tenerlo. Solo es cuestión de que te animes.


viernes, 20 de enero de 2012

Las ventajas de lo dificil


Dicen que “si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría”. Este salió hace algunos años en un comercial de brandy, si mal no recuerdo. Nada mal para celebrar lo bien hecho, ¿no?

Pero éste pequeño trozo de sabiduría muestra algo que muchos ven como un impedimento para los grandes logros, pero que en realidad es una bendición con disfraz: las cosas que valen la pena son difíciles.

Cualquiera puede iniciar un negocio, pero pocos alcanzarán el éxito y solo unos cuantos lograrán grandes fortunas y crearán imperios.

Aunque eso puede descorazonar a muchos, sobre todo a aquellos que no tienen “el talento” o “la facilidad” o cualquiera de los designios divinos a quienes achacamos los grandes logros, son buenas noticias para ti.

Se han hecho numerosos estudios, publicado innumerables libros y escrito miles de artículos que apuntan a una sola conclusión: las grandes cosas se logran con trabajo duro.

Claro que si alguien tiene la facilidad o los recursos para hacerse la vida más simple tiene más probabilidades de lograr el éxito, pero todos los grandes logros siempre han sido precedidos por trabajo duro.

Ese trabajo duro puede ser algo complicado que requiera mucho tiempo de aprendizaje o algo muy simple pero difícil de hacer.

Y la belleza de todo está en que es difícil.

Eso quiere decir que la gran mayoría se quedarán en el camino y no porque sea cosa del otro mundo, sino porque no quieren hacer el trabajo.

¿Quieres un ejemplo? Toma algún tema que te llame la atención, pero que no sepas nada de él. Pueden ser finanzas, impuestos, política o lo que quieras.

Ya que lo elijas, ve a Google e investiga. No solo leas lo que dice la Wikipedia o los primeros resultados. Visita 20 sitios web relacionados al tema y lee lo que dicen. Buscan al menos 5 videos que hablen del tema (no tendrás problema para encontrarlos en YouTube). Lee al menos 10 artículos relacionados.

Eso te tomará, dependiendo del tema, algunas horas. ¿Qué flojera? ¡Exactamente! Porque después de tomarte esas horas de trabajo sabrás más que la gran mayoría de la gente.

Esta investigación que te toma solo unas horas te pondrá al nivel de los conocedores. No llegarás a los expertos o a los prodigios, pero estarás muy por encima de todos.

Eso te dará mejores resultados que los demás y, si con eso te conformas, está bien. Seguirle te tomará más trabajo, pero siempre estarás por encima de la mayoría. Tal vez no llegues a los niveles de fama de otros pero estarás arriba de los demás.

Así que cuando veas que es difícil no te espantes: al contrario, velo como una ventaja para ti.

miércoles, 18 de enero de 2012

Lo que hay que dejar atrás


Para cambiar y mejorar tu vida se necesitan muchas cosas. Motivación, un plan, metas y un montón de cosas más que te lleven por el buen camino son lo más obvio y, por lo tanto, en lo que todo mundo se concentra.

Aunque darle prioridad a esto es de esperarse y es un buen plan, pero a la larga no es suficiente; hay que poner atención a un detalle que a veces olvidamos: lo que hay que dejar atrás.

Cuando decides, por ejemplo, ponerte a correr todos los días, necesitas levantarte, sacudirte la flojera y dar esas vueltas al parque o el tiempo en la caminadora, tienes que hacer algunos cambios.

Para eso necesitas darle una sacudida a tu fuerza de voluntad para que no te deje dejar atrás tu propósito.

Además de eso, hay que aguantar el dolorcito en los músculos durante los primeros días, el cansancio que vas a sentir y las ganas de mandar todo al diablo y sentarte a ver la tele.

Lo bueno es que con el tiempo todos estos síntomas y malestares se van, dejando el hábito de correr y los beneficios que eso implica para tu salud, condición, imagen, etc.

Solo que aquí olvidas algo: lo que tuviste que dejar para empezar a correr.

Tal vez fue una hora más de sueño o un programa de TV, aunque también puede ser un tiempo que pasabas con algunos amigos o hablando por teléfono.

Y es aquí donde a veces las voluntades flaquean, no porque falte el ánimo o la voluntad, sino porque no podemos dejar atrás lo que antes hacíamos.

Dejar de ver TV o dormir un poco menos no es mucho problema si realmente tienes ganas de lograr algo pero, ¿qué pasa cuando tus amigos te reclaman el tiempo que no estás pasando con ellos?

No quiero decir con esto que decidas quedarte sin amigos, pero hay que recordar que a veces tenemos que dejarlos ir, si no van a caminar con nosotros.

Tengo grandes amigos de la infancia que veo muy de vez en cuando y disfruto de su compañía, pero ellos son doctores, licenciados, contadores o alguna otra carrera que nada tiene que ver con la ingeniería, que es la mía.

Podemos seguir siendo amigos pero ambos entendemos que no caminaremos juntos siempre. Cada quién ha dejado ir al otro para poder perseguir sus sueños.

Esto puede ser lo más difícil pero es también necesario. ¿Ya lo hiciste?

lunes, 16 de enero de 2012

Cuanto antes, mejor


La frase “cuanto antes, mejor” se ha utilizado desde que tengo memoria y tiene la magia de la simplicidad.

Si tienes un problema, enfréntalo rápido y sigue adelante con tu vida.

Es común, entre nosotros los humanos, que le estemos “dando vueltas” a un asunto. Postergar es una de nuestras actividades favoritas. ¿Para que lidiar con problemas, que es desagradable, si siempre podremos hacerlo después?

El asunto es que, como muchas otras cosas, esa actitud normalmente hace que los problemas terminen por agobiarnos y, peor aún, ni siquiera podemos disfrutar de postergarlos, puesto que ya sabemos que nos están esperando.

Al dejar un problema para después le das un poder increíble. Ese problema, por pequeño que sea, empieza a crecer y a hacerse fuerte con nuestra fingida indiferencia, así como la ya trillada metáfora de la bola de nieve.

Si todavía crees que no es común, piensa en todas las cosas que debes enfrentar y las excusas que te
pones para no hacerlo.


  • “El lunes empiezo a …”
  • “La semana que viene voy al doctor”
  • “El año que viene aprendo a hablar chino”
  • “En cuanto cumpla 40 dejo de fumar”


Todo lo podrías hacer en el momento, pero es mejor después.

Así, lo que era pequeño hace una semana de pronto ya es enorme y hasta espanta siquiera pensar en él.

Así que si quieres cambiar algo éste año (apenas va empezando), empieza por agarrar alguno de tus problemas y enfrentarlo de inmediato.

Dos no porque te vas a cansar, solo uno. Con eso no solo te quitarás un problema de encima, sino que te pasará lo que a muchos: agarrarás confianza.

Esa confianza te hará crecer y al siguiente día enfrentar dos; al fin que te sientes fuerte.

Tal como te avientas al agua fría de la alberca para no tener que sufrirla, de igual manera termina por quitarte las cosas que te detienen en la vida.

A fin de cuentas, éste año se acaba el mundo, por lo que tenemos que quitarnos el mayor lastre para irnos tranquilos.

sábado, 14 de enero de 2012

¿Cómo van tus propósitos del 2012?

Y van las primeras dos semanas del 2012. 14 días han pasado desde que entramos en el año nuevo y, si seguimos las estadísticas, hoy es el día en que terminaste de olvidar, postergar o mandar por un tubo los propósitos de año nuevo.

Si es así, no te sientas mal; la gran mayoría los dejó desde los primeros días y muchos habían celebrado tanto que no los recordaban al siguiente día.

Aunque esto sea la regla para la mayoría de la gente, hay que recordar que quienes logran mejores cosas no siguen lo que hace la mayoría.

Y es que, para tener éxito en lo que estás buscando, un negocio, ganar más dinero, ayudar a los ancianos, tocar un instrumento, etc., vas a necesitar lo que a nadie le gusta y que todos evitamos: trabajo.

Lo que más pega en éste mundo son los remedios rápidos para lograr cualquier cosa.

¿Tienes sobrepeso? No es necesario hacer esas odiosas dietas ni matarte haciendo ejercicio: tómate esta pastillita o compra tal aparato y estarás bien.

¿No ganas suficiente dinero? No hay problema, no necesitas mejorar en tu trabajo ni aprender nada nuevo, solo compra éste amuleto o unos videos y siéntate a ver los resultados.

El problema con estas cosas es que, la gran mayoría, parecen no funcionar en absoluto. La gente sigue gorda, pobre, con mala condición física y con mayores problemas emocionales.

Y lo chistoso es que los humanos no hemos cambiado casi nada desde que aparecimos en el planeta; básicamente, seguimos siendo los mismos.

El asunto es que nuestro comportamiento ha cambiado. Del chango que tenía que trabajar y buscar alimento todos los días, cuidarse de los predadores y proteger su grupo, hemos pasado a ser una bola de seres obesos, flojos y centrados en nosotros mismos.

Y eso es y ha sido, siempre, cuestión de actitud. Con algunas pocas excepciones, nosotros decidimos estar en donde estamos y ser lo que somos.

Si ya olvidaste todos tus propósitos de año nuevo, está bien, no serías la primera persona. Pero no necesitas un 31 de diciembre para empezar a cambiar.

Los grandes cambios siempre empiezan con algunos pequeños, así que empieza por esos. Tal vez subiendo la escalera en vez de tomar el elevador, ahorrando lo que cuesta un refresco al día o leyendo un par de páginas de un libro de manejo del dinero.

Esa decisión solo la puedes tomar tú y hacer con ella algo en tu vida.

viernes, 6 de enero de 2012

Camino al fin del mundo...

Dicen algunos “enterados” que éste es el último año que nos queda. Ya sea por las predicciones de los mayas, el calentamiento global o el aparente gusto que tenemos por darnos de tiros, no pasamos de diciembre.

Aunque eso puede ser un alivio para quienes tengan muchas deudas o estén aburridos de la vida, para los demás no es una perspectiva muy agradable.

Pero, en caso de que sea así, hay que empezar por aceptar que lo que pase este año no será porque viene el desastre, sino que será por lo de siempre: las malas decisiones que tomaste el año pasado.

Hoy está de moda echarle la culpa de todo a alguien más. Los psicólogos han sacado una enfermedad para casa cosa, que empieza siempre con “síndrome”.

Así, dentro de poco habrá “síndrome de tirar basura”, “síndrome de snob” y cosas parecidas.

Nos gusta hacer esto porque así podemos culpar de nuestras faltas a alguien más, ya sea una enfermedad nueva que descubrieron gracias a nosotros (que conveniente…) o a los dioses por no decir bien qué es lo bueno y qué es lo malo.

Todo eso es más fácil que aceptar, simplemente, que lo que estás viviendo ahora lo elegiste hace mucho, aún cuando no tenías idea en ese tiempo.

Así que éste año hay que empezar por tomar mejores decisiones. Tal vez sea hora de revisar tus propósitos. No siempre eliges los mejores la víspera de año nuevo; está la familia viendo y aparte hay muchas copas de sidra.

Pero ahora que han pasado unos días y puedes ver las cosas más fríamente, puedes elegir cómo mejorar tu vida de ahora en adelante.

Como de costumbre, lo que decidas en estos días será lo que vivirás el resto del año y, tal vez, lo que te quede de vida.

Así que elige lo mejor que puedas. Si se acaba el mundo, al menos te llevarás la idea de que estabas mejorando. Si no, estarás en camino para ser una mejor persona, tener un mejor trabajo, más dinero, etc.

Si no puedes ver el futuro, ¿qué caso tiene preocuparse? Mejor pensar lo mejor y pensar que estaremos por aquí un poco más. Eso siempre será mejor que sentarse a esperar la muerte.

El 2012 puede ser un año de destrucción total o un año como todos, con todas las posibilidades y el potencial de ser el mejor que has vivido. Como siempre, es cuestión de actitud.