sábado, 30 de junio de 2012

A Votar Este Primero de Julio 2012


Este domingo primero de Julio del 2012 votamos en México para tener nuevo presidente de la república y, tal vez, otro partido en el poder.

Esto viene después de 12 años en que el partido en poder, el PAN, sacó al PRI de Los Pinos después de más de 70 años de reinado.

De acuerdo a las encuestas, el candidato del PRI parece ser el que se llevará la mayoría de los votos, tal vez porque todo mundo ansía que regresen otros tiempo o solo castigar al PAN por lo que parecen ser 12 años de los mismos vicios o incompetencia.

El siguiente en las encuestas, López Obrador del PRD, va vociferando desde ahora que va a haber fraude y que él es el presidente legítimo.

Lo bueno de las campañas presidenciales es que son divertidas por la tierrita que se avientan y las promesas, muchas de ellas ridículas, que le avientan a todos los que quieran escucharlos. También es época de juntar camisetas, saleros, vasos y demás regalos que reparten por todos lados.

Sin embargo, los cierres de campaña y la votación que viene traen otra cosa que muchos ni siquiera han pensado: la verdadera campaña, la que hace la democracia: la de los ciudadanos.

Decía Thomas Jefferson que “el precio de la libertad es la eterna vigilancia” y es algo que todos hemos olvidado. Consideramos que votar es la última parada de todas las elecciones y que podremos descansar durante 6 años más.

Eso es lo más triste. Todos los días escucho quejas del gobierno, de cómo hacen lo que quieren, de cómo roban, mienten y deshacen. Y a las siguientes elecciones, vuelven a votar por los que hablen más bonito, olvidando de inmediato los nuevos impuestos, escándalos y abusos que cometieron.

La verdadera democracia no está en elegir al gobernante que tendrá el poder durante muchos años por venir: está en hacer que cumplan lo que prometen.

Una comunidad activa y vigilante es lo único que puede hacer que un gobierno haga las cosas bien o, al menos, lo intente. Una comunidad apática como la nuestra, solo permite que lo mismo suceda una y otra vez.

Este domingo levántate temprano, ve a tu casilla y vota. No importa a quien elijas, es tu derecho.

Pero, si realmente quieres un cambio, dedica un tiempo diario para leer los periódicos, enterarte de algunas cosas y de investigar, realmente, lo que está pasando. Que no te duerman con frases bonitas o teorías de conspiración.

Solo entonces podremos aspirar al potencial que tenemos como país. Si no, seguiremos en el hoyo y no por culpa del gobierno, sino de la persona que nos ve desde el espejo. Porque, a fin de cuentas, tú los escogiste, ¿no?


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viernes, 29 de junio de 2012

Antes de ponerte a criticar...

Hace algún tiempo, mientras esperaba con otros padres a que mi hija saliera de la escuela, me puse a platicar con una mamá que estaba cerca de mí. Después de los acostumbrados temas de saludo (el clima, la escuela y demás, me contó que estaba batallando mucho con una computadora que había comprado para su negocio.

Cuando le pregunté de qué negocio se trataba, me dijo que vendía ropa a la medida para perros. Aunque no es muy común, ya había visto algunos negocios que hacían lo mismo, por lo que no me sorprendió mucho escucharlo. Sin embargo, su iba más allá que solo hacer ropa: la hacía para que combinara con algunos conjuntos de sus clientes.

O sea que si yo salgo a correr con mi perro y llevo un pants rojo, entonces le puede hacer al perro un conjunto igual o que “combine”.

Qué cosas, ¿no? Pero lo importante es que le iba bien. No tenía una tienda establecida y su negocio era más que nada de conocidos, pero eso no cambiaba el hecho de que le estaban saliendo bien las cosas.

Como me comentó, no le interesaba poner una tienda o algo así; no tenía tiempo. Si más adelante las cosas se daban estaría bien, pero no era su prioridad.

Conforme seguimos platicando, me dijo algo muy común entre los amigos y familiares. Cuando les dijo que quería hacer, todos coincidieron en una cosa: que estaba loca. ¿Ropa para perro hecha a la medida para que combinara con la ropa del dueño? ¡Que le estaba pasando!

Y sin embargo tiene su hobby, gana dinero (y bastante bien, tengo entendido) y maneja su vida en sus propios términos.

Lo más chistoso es que, aún cuando saben que le va mejor que algunos de ellos, sus conocidos y familiares le siguen diciendo que está loca por hacer negocios tan raros y sin futuro.

¿Qué pasará que siempre salimos corriendo a atacar a cualquiera que sea diferente? Porque para criticar siempre tenemos tiempo y ganas. Es muy probable que lo hayas hecho hoy, a veces desde que te levantas.

Que si la ropa no le queda bien a alguien, que si debió estudiar medicina o casarse con alguien con dinero. Criticar a los demás nos sale natural y nos hace sentirnos muy listos, especialmente cuando hay mucha gente que coincide con nuestra forma de pensar.

Pero esta señora gana bien haciendo ropa para perro que combine con la del dueño. Personalmente me parece una locura, pero he visto cosas más raras funcionar y hasta cambiar el mundo.

Así que la próxima vez pregúntate si el objeto de tus críticas no está como esta señora: ganando bien, disfrutando de su actividad y, probablemente, riéndose de ti. Algo para llevarte a la cama…


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jueves, 28 de junio de 2012

Los Ahorros A Lo Tonto

En una ocasión, mientras trabajaba para una empresa, uno de los administradores tuvo la genial idea de reducir costos quitando el incentivo económico que le daba a los trabajadores de línea (típicamente personas temporales ganando el sueldo mínimo) cuando se quedaban a trabajar más horas.

El resultado fue que la gran mayoría no se quedaba a trabajar más horas y, en caso de que los amenazaran con despedirlos, se iban sin decir adiós. A fin de cuentas, trabajos de sueldo mínimo abundan. Eso siguió hasta que el director de producción puso una queja exigiendo que regresaran los incentivos para poder cumplir con sus cuotas.

Eso generó un gran pleito con la administración, ya que no querían perder el “ahorro” que habían logrado con sus cálculos. Ese pleito se fue a la dirección general, donde el de producción mostró cómo el ahorro que habían logrado los administradores era más costoso para la planta que lo que decían. Que podían ahorrarse mucho más si quitaran la máquina de café que tenían instalada en las oficinas de recursos humanos.

Eso terminó rápido con la discusión. Unos tipos de administración que afectaron trabajadores de sueldo mínimo para ahorrar dinero, cuando la máquina de café que compraron para ellos costaba más que el famoso ahorro.

Algo común en las corporaciones… algo que enfada a mucha gente… pero es algo que hacemos todos los días.

Podrás decir que tú no eres una corporación y que jamás harías algo parecido, pero es lo que haces, muchas veces en tu propio perjuicio.

Abundan las personas que no contratan un contador para hacer su declaración de impuestos porque “es mucho dinero”. La gran mayoría terminan pagando más impuestos de los que deberían y eso es mucho más que la tarifa del contador. Eso sin contar con que “darte un gustito” al comprar unos nuevos zapatos puede salir más caro que las dos cosas juntas.

También le peleamos el precio a un tipo que nos cobra por lavar el carro o cortar el pasto en el jardín, pero nos gastamos mucho más en comprarnos una cerveza o darle una “cooperación” a quien organiza una borrachera el fin de semana.

Así como las corporaciones hacen ahorros a lo tonto y gastos a lo estúpido (por no utilizar una peor palabra), nosotros también caemos en lo mismo, causándonos el mismo daño a nosotros y a quienes nos rodean.

O sea que, sin darnos cuenta, nos convertimos en lo que más despreciamos. Que cosas… ¿no?

Así que la próxima vez que quieras “ahorrar” en algo, piensa si no estás cayendo en lo mismo de lo que tanto te quejas. Te sorprenderá la cantidad de veces que solo cedes a un impulso y lo justificas con una interesante lógica falseada.

A los corporativos se los puedes pasar, ¿pero a ti?

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sábado, 23 de junio de 2012

El Peor Luchador Del Barrio

O, al menos, es el título que él mismo se daba. Llegó de pronto a un gimnasio de lucha libre (un deporte bastante serio aquí en México) y pagó un año completo de entrenamiento.

El instructor le dijo que no se veía muy joven, que estaba pasado de peso y que tal vez quisiera pensarlo un poco; tomar un par de meses de instrucción para ver cómo le iba.

La respuesta fue rápida y corta: “No gracias. ¿Dónde hago el pago?”.

Y así empezó el entrenamiento del autonombrado peor luchador del barrio. Era bueno que siempre trajera algunos billetes en el bolsillo para darle de propina al personal, ya que la primera semana tuvieron bastante trabajo limpiando vómito (causado probablemente por el agotamiento cuando empezaron), dandole masajes (que parecían sesiones de tortura debido a los músculos adoloridos) y hasta por cargar su maleta al automóvil, ya que apenas podía cargar su alma de regreso a casa (y eso que, según, el alma no pesa).

Tal vez no mencioné un pequeño detalle: todavía no había participado en ninguna lucha, ni siquiera de entrenamiento. Esto lo causaba el acondicionamiento físico básico.

Nadie se imaginaba qué sería cuando le tocara su primer “agarre” con alguno de los demás aprendices.

Con el tiempo, el peor luchador pudo llevar el entrenamiento sin problemas y comenzó a aprender a luchar. A pesar de que le echaba ganas, parecía que las llaves y las patadas voladoras no se le daban.

Antes de terminar el año había logrado dos cosas: aprendió las técnicas básicas de lucha que le enseñaron y logró el record como el aprendiz que no ganó una sola lucha, aunque en algunas ocasiones sus oponentes venían desvelados, crudos y hasta enfermos.

El entrenador le dijo que podía mejorar bastante el siguiente año, pero él dijo que su objetivo era aprender a luchar y lo había conseguido. No estaba en sus planes ser un luchador profesional o siquiera ser un buen luchador. Sin embargo, le agradecía todo lo que había hecho para conseguir convertirlo en luchador, aunque hubiera sido el peor estudiante.

Así como hay guitarristas que solo aprender a tocar algunas canciones, para él aprender lucha era una forma de ejercitarse y enfrentar un reto más.

Aunque no lo dijo en ese momento, el entrenador mencionó a los demás, una vez que el peor luchador se había marchado, que esa era la mentalidad del perdedor y que probablemente le iba igual en todos los aspectos de su vida.

En Navidad, llegó un regalo al gimnasio. Eran camisetas rojas de manga larga con el logotipo del gimnasio, unas nuevas cuerdas para el ring (“porque esas están tan viejas que te lastiman más que los luchadores”) y un nuevo teléfono (“porque el que tienes parece que te lo dio Graham Bell como muestra gratis cuando consiguió la patente”).

La tarjeta decía que era un obsequio del peor luchador del barrio y que agradecía todas las atenciones, la camaradería y hasta los golpes. Que si algún día necesitaban algo, que no dudaran en contactarlo y que regresaría en unos meses para “unas luchitas”.

Firmado: “Mr. X”, CEO, seguido por el logotipo de una importante empresa de tecnología. Multimillonaria, cabe mencionar.

Así que resultó que el tipo con la "mentalidad de perdedor" no solamente era el dueño de una importante empresa, sino que, además, era un millonario que sabía luchar. El entrenador se rió y dijo que podría ser malo, pero seguramente estaría pateando los traseros de sus amigos “catrines”.

"Alguien que puede caerse como él y aguantar tantos golpes es un tipo de cuidado", terminó diciendo y le llamó, desde el nuevo teléfono, para agradecer el regalo y decirle que todos aceptaban el reto, aunque la próxima vez llevara dinero.

El que alguien sea malo en algo no significa que es malo en todo. Si te has sentido que apestas y no sirves para nada porque no lograste aprobar un examen o conseguir un trabajo, no te dejes llevar por la mala actitud.

Tal vez te falta mejorar por medio del trabajo y la perseverancia, pero tal vez no estás todavía en donde debes estar. Algo para considerar con una par de cervezas…

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viernes, 22 de junio de 2012

Cuando los cambios no hacen la diferencia

Hace poco vi un documental de unas hormigas bien méndigas de la jungla. No solo eran feroces guerreras sino que también tenían una maña bastante mala: se robaban las larvas de las vencidas y las tenían trabajando como esclavas en el otro hormiguero.

O sea que hasta en los insectos hay esclavitud… Pero bueno, el punto no es ese, sino imaginar la vida de estas hormigas, trabajando sin parar, todo el día, todos los días, hasta su muerte, para alimentar y cuidar una reina y un hormiguero.

Pero espera, ¿no es lo que hacen todas las hormigas? ¿Qué hubiera pasado si se hubieran quedado en su hormiguero? Es fácil saberlo: se la hubieran pasado trabajando sin parar, todo el día, todos los días, hasta su muerte, bla, bla, bla.

En pocas palabras, que la reina sea roja o negra no hace ninguna diferencia. De todos modos pasarán su vida… bueno, ya sabes cómo la pasarán. Bueno, las hormigas no tienen muchas opciones, pero nosotros sí. ¿O no?

Como con las hormigas, a veces el cambio de patrón (o reina), de ubicación o de instalaciones realmente no tiene diferencia alguna con lo anterior. Durante años he visto cambiar gente de trabajo o carrera para terminar exactamente en lo mismo, aunque estén en otro lugar.

Para alguien que trabaja 40 horas por semana en una oficina realmente no hay diferencia entre un edificio en el centro o en las afueras o el color de la computadora.

Muchas veces queremos cambiar nuestra vida pero aunque hagamos cosas que parecieran drásticas, como cambiar de carrera o de ciudad, a veces no hay ninguna diferencia en el resultado.

Así como las hormigas, si vas a seguir haciendo lo mismo, ese “gran cambio” que pareces estar planeando puede ser solo una pérdida de tiempo y recursos.

En una ocasión un amigo recibió una oferta de trabajo de otra empresa. La oferta incluía cambiar de ciudad. La diferencia de sueldo no era mucha pero la perspectiva de “cambiar de aires” lo hizo decidirse.

Renunció a su anterior empleo, se mudó y empezó “su nueva vida” en otra ciudad. En un viaje que hice coincidimos en el aeropuerto y fuimos a tomar algo en lo que salían nuestros vuelos. En ese rato me comentó cómo le iba. Lo gracioso es que su rutina diaria parecía exactamente igual a la anterior y me dijo que “ya estaba aburrido” y que tal vez regresara.

Así que el gran cambio no había sido tan grande después de todo.

Si estás pensando en cambiar de vida, fíjate que lo que hagas realmente haga una diferencia en tu vida. A veces solo necesitas pensarlo un poco para ver que vas a terminar como las hormigas: haciendo lo mismo en otro lado.

Pero bueno, así son las cosas en éste mundo… a veces solo te queda probar.


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miércoles, 20 de junio de 2012

¿Cómo Quieres Vivir Tu Vida?


Esta parece una pregunta bastante simple y, según dicen los fans de la autoayuda, la que te debes hacer todos los días.

Sin embargo, hacerte esta pregunta todos los días te haría una persona bastante ocupada o, al menos, con poco tiempo para otras cosas.

Porque lo primero que te viene a la mente con esta pregunta es lo que más deseas acerca de algo. Cada quién saldrá con alguna cosa distinta dependiendo de su personalidad, aunque la gran mayoría coincidirá con un criterio: lo que más les hace falta.

Así, quien es pobre querrá vivir su vida como rico. Quien no tiene amigos querrá vivir su vida como mister amigo y quien no tiene pegue con las mujeres querrá vivir como un Don Juan. Cabe mencionar que en esta economía muchos dirán que quieren dinero, pero supongo que eso es universal.

¿Y qué mejor medida de felicidad que tener lo que siempre has deseado?

El problema con esta mentalidad es que, al igual que un hambriento, una vez que pasa el hambre la comida se vuelve aburrida. Después de una semana de comerlo todos los días, un plato de caviar tiene toda la novedad de unos frijoles con totopos.

Entonces, ¿cómo quieres vivir tu vida? Tal vez pienses también en lo que siempre quisiste ser pero por angas o mangas nunca hiciste. Tal vez ser doctor, comediante, estrella de rock o súper héroe (esta última tiene la complicación de conseguir los poderes, pero la tecnología está tan avanzada que igual y lo puedes lograr, con suficiente dinero).

Esto puede convertirse en una buena meta y darte la vida que quieres vivir durante un tiempo, pero después de ser doctor, ¿qué sigue? Aunque te especialices, sigues siendo doctor, así que vuelve la pregunta: ¿Cómo quieres vivir tu vida?

Dicha de esa manera, la pregunta puede ser simplemente incontestable. ¿Cómo saberlo? Claro que hay algunos principios universales que puedes sacar de cualquier libro de filosofía, autoayuda o religión (no meterte con tu vecina es un excelente consejo para cualquier vida que quieras), pero son tan generales que no sirven como una descripción de cómo realmente vivir tu vida.

Antes de pasarte todo el tiempo pensando en la mejor respuesta, te facilitaré un poco las cosas y solo con una palabra.

Una pregunta más fácil que puedes hacerte todos los días es ¿cómo quieres vivir tu vida ahora? Porque los principios generales podrán ser muy buenos pero nosotros cambiamos todos los días.

Hoy podemos querer vivir nuestra vida enamorados de la pareja más maravillosa del mundo y mañana querremos vivir olvidando a ese desgraciado que prefirió largarse con una corista. Hoy puedes querer vivir tu vida queriendo ser la máxima representación de tu carrera o profesión y mañana quieres vivir tu vida dedicándote a tu hijo recién nacido.

¿Quieres complicarte la vida? Piensa muy bien y decide cómo quieres vivir tu vida. ¿Quieres llevarte las cosas más fáciles y acercarte a lo que llamamos felicidad? Pregúntate cómo quieres vivir tu vida ahora.

La respuesta a esta pregunta es más fácil y la puedes ver cuando despiertas todas las mañanas. Una decisión que puede cambiar mañana, pero que siempre tendrá la capacidad de hacer que vivir tu vida se convierta en algo más que unos cuantos principios generales.

Así que, ¿cómo quieres vivir tu vida ahora?


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sábado, 16 de junio de 2012

Entrena tu mente para lo que quieras


A lo largo de mi vida he conocido mucha gente. Cada quién es distinto es su forma de ser y en sus capacidades, pero hay algo en lo que todos los humanos somos muy parecidos, aunque lo neguemos categoricamente: la capacidad de nuestra mente.

Claro que hay quienes tienen el cerebro más desarrollado por años de práctica y entrenamiento, pero, a menos que tengas una lesión cerebral o sufras algún tipo de discapacidad mental, tú tienes más a menos la misma capacidad mental que la gran mayoría de la gente.

Aquí es cuando todo mundo voltea a verme como si estuviera loco y me dice, categóricamente, que no es cierto. Y en realidad así parece ser. Hay quienes parecen aprenderse las lecciones de la escuela en minutos y nos hacen quedar mal. Hay otras personas que saben muchos idiomas, nunca se les olvidan los nombres de los demás o se aprenden fácilmente las estadísticas del fútbol.

Hasta hace poco yo era de la misma idea. Quienes podían leer en chino o ganar siempre en el “memorama” eran personas con algún don especial.

Sin embargo, conforme fui leyendo más cosas y aprendiendo nuevas técnicas, me vi en la necesidad de cambiar de idea, aunque tuviera que ir contra lo que he creído toda mi vida.

¿Por qué? Porque viví la evidencia en carne propia.

Si algo soy es olvidadizo. Mi esposa dice que soy inteligente pero que parece que tengo la memoria de teflón. Olvido fechas de cumpleaños, aniversarios, nombres, encargos y mil cosas más. De acuerdo a muchos, no olvido la cabeza porque la traigo puesta.

En fin, una de las cosas que siempre hago es escuchar audiolibros cuando voy manejando. Creo que es la mejor manera de utilizar el tiempo muerto que pasamos todos los días mientras vamos en un automóvil, a veces durante horas. Bueno, si llevas compañía es distinto, pero puedes aprender muchas cosas mientras te trasladas a tu trabajo, escuela o hasta a las fiestas.

Esta vez le tocó a un método para mejorar la memoria. La realidad es que solo lo comencé a escuchar por curiosidad ya que estaba bastante corto y solo traía un par de ejercicios. El narrador comentó una técnica para recordar cosas y retaba a que me aprendiera de memoria 10 palabras.

La verdad es que me dio risa. Eso solo lo podían hacer quienes tenían buena memoria y yo no era uno de ellos. Dijo las 10 palabras y luego retó a que recordara todas las que pudiera. Me acordé de 5 y sin un orden en particular. Nada mal para la memoria de teflón, ¿no?

Después de eso describió una técnica para recordar. En 5 minutos me había aprendido la lista de memoria y en orden. Mas sorprendido estaba cuando, de regreso de donde iba, todavía me sabía la lista. De hecho, todavía la tengo en la mente. En orden y sin problemas.

Desde entonces me aprendí otras 8 listas de 10 palabras y apantallé a mi esposa, a mi sobrina y a mis hijos cuando lo hice sin anotar nada y en muy poco tiempo. Desde entonces estoy con un curso en forma, para poder tener la memoria que hubiera querido hace tiempo y utilizar esto para mejorar mi trabajo, ambiente y mil cosas más.

¿Cuál es la moraleja de esto? Que no importa lo que te digan, si entrenas tu mente, bien puedes hacer lo que otras personas hacen. Solo es cuestión de saber cómo hacerlo. Aprender a tener buena memoria es genial, pero hay muchas otras cosas que están pendientes.

¿Cómo mejoraría tu vida si aprendes a utilizar bien tu cerebro? Es algo que pienso averiguar…

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jueves, 14 de junio de 2012

El Crecimiento Personal Comienza En La Persona

Suena hasta a chiste que haya que aclarar que el crecimiento personal empieza en las personas. Sin embargo, hay tantos malentendidos, inconsistencias y decepciones en estas ondas que es algo que hay que aclarar.

El famoso crecimiento personal es algo que todos tenemos dentro, pero que poco a poco hemos aprendido a olvidar. Y conste que no ha sido fácil: el crecimiento personal fue básico en nuestra supervivencia.

El cazador tenía que ser más rápido, más ágil, más valeros y más inteligente. Ser mejor no era cuestión de orgullo o autorealización: era cuestión de vida o muerte.

Sin embargo, hoy en día parece que nos alejamos más y más de aquél cazador que tenía que explotar todo su potencial para seguir vivo.

Ya no nos corretean los leones para comernos, ya no nos morimos de hambre en una sequía y la mayor preocupación que tenemos frente a nosotros es cómo pagar los recibos o conseguir algo de dinero para la siguiente fiesta o para el nuevo gadget que hay que tener.

La vida fácil, que es lo que el progreso nos ha dado, ha ido terminando con nuestro deseo instintivo de crecer personalmente, al punto de que a veces lo olvidado por completo.

Y es en este estado apático hacia nuestro propio crecimiento que podemos ver por qué tantos métodos, cursos, gurús y demás no tienen resultados cuando se trata del crecimiento personal: la persona no tiene interés en crecer. Tú no tienes interés en crecer.

El mejor método para “lograr tu potencial” o “despertar al gigante interior” no tendrá ningún efecto si no has tomado la decisión de salir de donde estás.

Hoy las empresas emplean a muchas personas y consultorías para “dar crecimiento a sus empleados” y muchos de estos programas no tienen ningún efecto positivo simplemente porque los empleados no le ven el sentido. “¿Para qué hacer estas ridiculeces?” parece ser el sentimiento general con estas cosas.

Lo más importante es que, durante siglos, quienes han querido crecer lo han hecho. Sin programas de coaching, sin seminarios de autoayuda y sin audios o videos en un iPhone. Quienes buscan ser algo más de lo que ya son, simplemente encuentran la manera.

A quienes no les interesa, difícilmente lograrán cualquier cosa, aunque estén inscritos en el mejor programa o tengan al coach de las estrellas. La decisión tiene que venir primero de la persona más importante: tú. ¿Ya la tomaste?

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martes, 5 de junio de 2012

Trucos que te juega tu mente

Hace varios años, cuando todavía era estudiante, llegó un tipo a la universidad para tomar un curso de verano. Como entré en el mismo curso nos conocimos, nos caímos bien y dedicamos el tiempo libre a varias actividades, entre ellas el fútbol.

A diferencia de mí, que no soy muy fan, éste chavo era realmente un apasionado del juego, tanto, que nos inscribió al torneo de verano que se hacía cada año entre los estudiantes.

Yo entré solo para llenar el mínimo necesario (no había muchos jugadores), pero de todos modos me quedaba a las prácticas y jugaba un poco.

Una de las prácticas que hacíamos era que uno se pusiera en la portería y el otro le tirara tiros penales para ver si los podía parar.

Empecé fallando la mayoría y recibiendo puros goles, pero para el fin del verano, ya era algo diferente; no voy a decir que un buen jugador, pero ya no daba tanta pena como antes.

Ayer tropecé con él en el aeropuerto y pasamos una buena hora poniéndonos al día. Durante la plática recordamos la portería y cómo pasé de ser “una coladera” a un pequeño reto y cómo después de fallar mil goles, terminé siendo un tirador bastante peligroso.

Ya en el avión recordé por qué fallaba tanto, ya sea para atajar o disparar: mi mentalidad. Sí, puede parecer aburrido que siempre termine diciendo que tu mente y actitud son las que hacen las cosas, pero pocas veces lo vi más marcado que en éste caso.

La portería que utilizábamos era exactamente la misma para los dos. Aunque él era más grande y corpulento que yo, la diferencia no era mucho, unos 5 centímetros de estatura y los brazos un poco más largos.

Y, aún así, cuando se ponía de portero se veía como un adversario realmente formidable. Era tan alto que su cabeza parecía salir por encima de la portería, y sus brazos tan largos que parecía que podía agarrar cada poste con las manos al mismo tiempo. “Wow”, me dije, “va a ser difícil meterle un gol a éste”… y así era. Yo estaba tan lejos y mis patadas eran tan débiles que parecía que le daba risa detener cada tiro que hacía.

Por otro lado, cuando yo me ponía de portero, parecía que la portería medía 100 metros y era tan alta que no podría alcanzarla ni con escalera. Además, éste tipo estaba tan cerca y tiraba tan fuerte que era imposible detener cualquiera de sus disparos… y así era.

¿Qué pasaba? Si la portería era exactamente la misma en cada cambio que hacíamos, ¿por qué parecía tan grande y pequeña a la vez? Si no te lo has imaginado ya, te lo digo: así la veía en mi mente.

Cuando me tocaba tirar la portería parecía pequeñita y éste tipo enorme porque ese era precisamente el reto: que no pudiera detener la pelota. Cuando yo estaba de portero veía la pelota muy cerca y la portería enorme porque ese era mi reto.

Al final del verano, llegué a ver la portería como realmente era: la misma cuando yo estaba tirando o de portero. No hicimos cambios, no crecí más en ese tiempo ni viajé a otra dimensión: simplemente mi mente aceptó que estaba viendo un truco de perspectiva.

Solo fue necesario un poco de práctica y sacudirme las telarañas mentales para poder las cosas como realmente eran.


¿Ves retos muy grandes o parecen inalcanzables? Si alguien más los puede hacer, es muy probable que tú también. Si las cosas se ven muy difíciles de tu lado y muy fáciles para el otro, lo más seguro es que estés ante un truco de tu mente. No te dejes llevar por él.


La práctica y la perseverancia harán que las cosas terminen por aparecer ante tus ojos como realmente son.

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