martes, 28 de febrero de 2012

¿Te levantas creyendo en la vida?

Aunque cada ser humano tiene mil circunstancias que no podemos criticar o juzgar, nunca he podido entender a la gente que atenta contra su vida.

Hay algunos casos, como en enfermedades terminales, que se puede entender: ¿dos semanas de agonía o una salida rápida? Creo que la alternativa se ve atractiva…

Pero, ¿qué pasa con personas que “no pueden vivir más” por perder su pareja o porque nadie los quiere?

La desesperación o la intoxicación son malas consejeras, pero hay gente que piensa bien y planea su “salida” con mucho tiempo.

Probablemente lo más valioso que tendremos es la vida. El amor, la amistad y todas esas cosas son posibles gracias a la vida y no al revés.

¿Por qué si alguien puede pensar y racionalizar perder lo más valioso que tiene, no puede hacer lo mismo para salir de la espiral de depresión, rechazo o lo que sea que sufre?

Si empiezas a levantarte pensando en todo lo que sufres, no me sorprendería que todo lo vieras negro.

Todos los días pueden ser buenos o malos; no hay manera de saberlo si no les damos la oportunidad.

Prefiero creer en la vida. Las cosas siempre tendrán broncas pero está en tus manos y en tu mente salir adelante. Si hay quienes pueden hasta perder la vida porque la cabeza se los dice, ¿por qué no también lograr el éxito?

La decisión y la responsabilidad es de cada quién. Mejor pensar positivamente. A fin de cuentas, solo tienes una vida y mejor vivirla lo mejor posible. Ya habrá tiempo para estar deprimidos…

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lunes, 20 de febrero de 2012

No solo es por dinero

“Con dinero baila el perro”, dice el viejo y conocido refrán y es fácil ver porque. La gran mayoría de nosotros trabajamos, en mayor o menos medida, para hacer dinero. Claro que está la cosa de que te guste lo que haces, pero el asunto económico difícilmente lo puedes poner de lado.

El dinero realmente no lo es todo. ¿Cuánto habría que pagarte para que arriesgaras tu vida? Supongo que la cantidad debería ser muy fuerte para que lo consideraras y, aún así, le pensarías dos veces.

Sin embargo los bomberos, paramédicos y rescatistas lo hacen todos los días y no son precisamente los mejor pagados.

Mucha gente arriesga su vida y gasta mucho dinero para escalar, aventarse en paracaídas, ir a África a ayudar a los niños… Las razones pueden ser muchas pero van más allá del dinero.

El dinero puede lograr algunas cosas, pero la motivación interna es lo que hace que una persona realmente sobresalga, no importando sus circunstancias.

¿Qué es lo que te mueve? Si vas a trabajar solo porque necesitas dinero, entonces no es sorpresa que tengas que poner alarma y esperes con ansias los fines de semana.

En estos tiempos es difícil encontrar otro trabajo y hay que agradecer que no estés en la situación de millones de personas que están desempleadas, pero piensa que consecuencias tendrá en tu vida.

Date un tiempo para pensar si realmente quieres estar todos los días a la misma hora en el mismo lugar solo porque necesitas dinero.

Tal vez los que hacen cosas extremas lo hacen para olvidar, por un momento, la vida que llevan. Tal vez por eso se vende tanta cerveza los fines de semana y el fútbol es necesario para pensar en otra cosa.

Como dicen por ahí, “el trabajo es tan feo que hasta te pagan por hacerlo”. No precisamente la mejor actitud.

Si no te gusta lo que haces, tómate el tiempo para buscar otras opciones. El tiempo sigue corriendo y no sabes cuándo será demasiado tarde.

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miércoles, 15 de febrero de 2012

También tú tienes que ganar

Algo que nos enseñan en la escuela, en la casa, en la iglesia y casi en todos lados es que debemos ser comprensivos, tolerantes y ceder para vivir en armonía.

Éste es un gran consejo porque nos permite estar mejor con los demás; vivimos en una sociedad, ¿no?

El problema con éste consejo es que, por desgracia, mucha gente se aprovecha. Durante mucho tiempo fui complaciente con muchas personas, especialmente con mujeres.

Después ya me fui cansando y llegué a la conclusión de que también yo tengo derecho a que los demás cedan y sean tolerantes. Se supone que es ganar-ganar, ¿no?

A algunos nos gusta evitar el conflicto, mientras que hay personas que parecen buscarlo. Eso ya es cuestión de carácter, pero si quieres salir adelante hay que “agarrar el toro por los cuernos” y buscar lo que queremos.

Todos podemos cooperar  y ser mejores vecinos, pero también hay que darse cuenta de que hay cosas que solo se consiguen compitiendo con los demás.

Puestos de trabajo, parejas o lugares de estacionamiento, hay casos en que, nos guste o no, “el otro” tiene que perder para que tú ganes.

Ceder es bueno de vez en cuando para vivir en armonía, pero tampoco tienes por que mostrar siempre una actitud de sumisión ante los demás.

Eventualmente vas a tener que salir a pelear por lo que quieres porque alguien también lo quiere.

Tal vez algún día dejemos la avaricia, el engaño y la arrogancia, pero mientras hay que seguir con lo que tenemos. Si hay que salir raspados para conseguir lo que queremos, pues es parte del precio que hay que pagar por lograr tus metas.

A fin de cuentas, vale la pena que des pelea por ellas. Es eso o siempre bajar la cabeza…


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sábado, 11 de febrero de 2012

No hagas el conflicto algo personal


Una de las cosas que tenemos los humanos es que le damos personalidad a todo. Por ejemplo, en el reino de los animales, se ha generalizado la idea de que el león es “el bueno” y las hienas “las malas”. Algo tienen que agradecerle a la película "El Rey León".

En la realidad es que ambos hacen cosas bastante feítas para nuestro gusto, pero es la naturaleza.

¿Por qué entonces nuestra actitud hacia el león es tan distinta a la de las hienas?

Porque le damos personalidad.

Esto puede ser inofensivo en algunos aspectos pero muchas veces se convierte en un problema bastante grande.

La primera vez que me liquidaron de un trabajo, quedé con un gran resentimiento hacia el dueño, que fue el que me despidió.

Aunque encontré trabajo rápido, cada que pensaba en él se me revolvía el estómago y tenía muchas fantasías de venganza.

Pasó algo de tiempo para que se me pasara, pero conforme fui madurando me di cuenta de que en realidad no había nada personal en el asunto.

Conforme pasaron los años me liquidaron de varias empresas por cuestiones de crisis (algo bastante común en éste país) y para entonces ya había madurado lo suficiente como para no tomarlo personal.

Algunos de esos todavía son mis amigos y nos vemos de vez en cuando. Entendí que cuando me liquidaron lo hicieron porque no había dinero, no por razones personales.

Claro que también me han tocado mis jefes y compañeros de trabajo mendigos que hacen cosas con toda la intención de dañarme, ya sea por dinero, ego o alguna otra ventaja, pero he aprendido a identificarlos.

Si eres de las personas que se la pasa masticando rencores, es hora de que empieces a evaluar un poco tu actitud.

Si alguien te hizo algo a la mala, tienes razón en enojarte, pero no hagas personal algo que no lo es.

Un agente de tránsito no te pone una multa porque te odie, lo hace porque para eso le pagan.

El auditor que llega a hacerte una auditoría tampoco es tu enemigo que estuvo maquinando toda la vida la forma de dañarte, solo hace lo que le toca hacer.

Hacer personales los conflictos diarios es una forma excelente de llegar a la locura. Somos muchos y las ciudades tienen recursos limitados.

Todos competimos por cosas, tan grandes como una casa y tan tontas como un espacio de estacionamiento. El problema es que mucha gente se lo toma personal, como si los demás hubieran nacido solo para molestarlos.

Puede ser que algunos, pero no todos. Si hay algo personal, creo que será fácil identificarlo. Si no, déjalo ir… conflictos habrá siempre; la cosa es que no nos afecten.


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viernes, 10 de febrero de 2012

Mejora tu actitud respirando

Cuando alguien está a punto de perder el control, es común que le digan “respira profundo para que te calmes”.

Respirar es algo tan sencillo que ni siquiera pensamos en ello. Como se nos olvidan muchas cosas, el cuerpo programó la respiración para que sea una función vegetativa, o sea, que no podamos apagarla.

No sé si se pueda, pero al menos yo no conozco una sola persona que, conscientemente, se haya ahogado sola dejando de respirar.

Si quieres inténtalo; no importa que tanto aguantes la respiración, cuando ya no puedas más tu cuerpo de obligará a respirar profundo.

Por desgracia, lo que sí nos puede pasar es que, con nuestros cambios de ánimo, nuestra respiración no sea tan efectiva.

Cuando te enojas empiezas a respirar agitadamente y ruidosamente: nada bueno para la oxigenación del cuerpo.

Esto causa que dejemos de funcionar como deberíamos.

Así que si sientes que estás perdiendo el control, detente un momento y respira profunda y conscientemente. Deja que tus pulmones se llenen y que tu cuerpo haga lo suyo.

Al respirar profundamente tu cuerpo se llenará de oxígeno y tu cerebro pensará con mayor claridad. Es tu forma de calmarte sin necesidad de drogas, café, cigarrillos o un trago.

Y lo mejor de todo, ¡es gratis! Además, lo puedes hacer donde sea, cuando se y con quién sea y nadie se va a sorprender. A fin de cuentas se espera que respires siempre.

Si quieres mejorar tu actitud, sentirte mejor y encarar los problemas con mejor ánimo, aprende a respirar. Una función básica de tu cuerpo que no solo te mantiene con vida pero puede mejorártela cuando más lo necesitas.

No importa que no te enojes o no estés en problemas: de todos modos detente de vez en cuando a respirar conscientemente. Observa tu respiración y siente cómo te mejora. No necesitas estar las horas, solo con un minuto es suficiente (y no te aburres).

Además del gran poder de la mente, utilizar las cosas simples como respirar. A fin de cuentas, las cosas simples son las que siempre funcionan.

lunes, 6 de febrero de 2012

No todos somos iguales

Cuando se trata de actitudes, todos somos muy distintos. A veces no importa qué actitud tengas: los demás parecen ponerse de acuerdo para estar en tu contra.

Aunque eso es parte del juego, a veces simplemente olvidamos que, nos guste o no, somos parte de una sociedad y no todos tenemos las mismas ideas.

Así, una ardilla puede ser una fuente de gérmenes para un hipocondriaco o una muestra de diversidad para un ecológico.

La manera en que las personas toman las cosas varía de acuerdo a su propia escala de valores y más vale que tengamos una actitud abierta a la diversidad.

Si tú un día no saludas a tres personas una de ellas puede tomarlo como un insulto, otra como un desaire y la tercera ni siquiera se dará cuenta.

La falta de empatía hacia los demás puede generar muchos problemas.

Hace años tenía 3 clientes. Uno de ellos decía que yo era el mejor que lo había atendido, otro decía que era aceptable y el último decía que yo no servía para nada.

¿Lo interesante del asunto? A los 3 los trataba exactamente igual. Gracias a un gerente que me ayudó a identificar las necesidades de cada uno (en ese tiempo todavía estaba muy verde), pude adaptarme a lo que cada uno necesitaba.

Con eso mis evaluaciones mejoraron notablemente.

Así como tú te adaptas a algunas personas, es de esperar que muchas de ellas se adapten a ti. Claro que puedes considerarte el ser perfecto (no serías la primera persona en hacerlo), pero la realidad es que muchos ceden para poder llevar las cosas en armonía contigo.

¿Qué tanto lo haces tú? Si te esfuerzas en siempre salirte con la tuya y que todo debe hacerse a tu modo, tal vez sea hora de revisar si no estás llevando las cosas demasiado lejos.

Los humanos tenemos la capacidad de llevarnos bien cuando queremos, pero también podemos ser inflexibles y molestos con los demás.

Cada día somos más. No importa para donde vayas, la población está aumentando. Lo que parece que no aumenta es nuestra capacidad para llevarnos bien.

¿Cambiará eso o terminaremos matándonos por tropezar con alguien en una calle atestada?

Suena un poco exagerado, pero ya sucede.

No podemos controlar a los demás pero sí podemos controlarnos nosotros mismos. Aunque parezca que no, la gran mayoría de la gente responderá de la misma manera. Además, nunca lo sabrás a menos que lo intentes, digamos, ¿mañana?

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jueves, 2 de febrero de 2012

Un trabajo de gigantes


Una frase trillada que utilizamos para referirnos a cosas grandiosas es “trabajo de gigantes”. Esta frase fue acuñada hace mucho tiempo, cuando todavía la gente andaba a caballo y la fuerza física era el motor de todo lo que se hacía en la civilización.

Esto lo dijeron más quienes llegaron a América y vieron las grandes ciudades de los Aztecas, Mayas, Incas y otros, que eran, para quienes llegaron en ese tiempo, “trabajo de gigantes”.

Y bueno, era predecible que pensaran eso ya que frente a ellos se alzaban edificios enormes, coloridos y organizados, en una sociedad donde el caballo y el metal no eran conocidos.

¿Quién más podría hacer esas cosas que un gigante?

Sin embargo, la razón de que tan colosales estructuras existan fue porque no se hicieron como un trabajo de gigantes, sino como muchos trabajos de seres humanos normales.

Las pirámides de Giza y otras grandes estructuras se hicieron paso a paso. Si ellos, con tan pocos recursos y tecnología a la mano, pudieron hacer cosas admirables aún para nuestros avances, ¿por qué todo mundo ve sus obstáculos tan grandes?

En las películas de logros y superación se ven muchas personas, con muchos problemas, triunfar a pesar de lo que tienen en contra.

Durante un par de horas te sientas a ver como el protagonista sufre de grandes desafíos y se enfrenta a obstáculos aparentemente insalvables para, en los últimos minutos, lograr el tan ansiado objetivo (puede variar dependiendo de la película) y deje a muchos (muchas, más bien…) con lágrimas en los ojos.

Desde siempre se han hecho este tipo de películas, con actores y con caricaturas, para cine o televisión, libros, novelas, musicales y mil cosas más. Que quieres… es bueno ver que alguien logra algo después de tanto lloriqueo.

Pero pocas muestran lo que normalmente sucede: gente que se da por vencida antes de siquiera hacer el intento.

No que se rindieron ante la adversidad, ni que fueron vencidas por los obstáculos sino gente que ni siquiera movió un dedo, segura de su fracaso.

Son estas las situaciones que deberían hacernos llorar, por el gran potencial desperdiciado y por la gran, gran oportunidad perdida.

Pero buscándole algo bueno al asunto, al menos hay una cosa buena: deja más espacio para quienes realmente pagan el precio del éxito.

Los trabajos de gigantes se hicieron con pequeñas cosas a la vez. Tú también puedes hacer uno. Solo es cuestión de que decidas dar ese primer paso y seguir.

Al menos suda un poco antes de tirar la toalla. ¿No?

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