viernes, 12 de octubre de 2012

¿Servirán Las Palabras Positivas?

En un mundo como el nuestro, las palabras positivas parecen estar totalmente fuera de lugar. De hecho, cuando alguien tiene actitudes o palabras positivas, normalmente se les considera medio locos o “de esos”.

Que quieres… a como está el mundo, es difícil creer que alguien pueda ir por el mundo con una sonrisa en la cara y pensando que solo decir unas palabras es suficiente para cambiar las cosas.

Sin embargo, se ha comprobado muchas veces en cientos de estudios que las palabras pueden cambiar tu actitud y tu actitud puede cambiar los resultados de las cosas que quieras hacer.

Lo triste es que hay una prueba contundente a esto, aún cuando no creas en los estudios publicados.

Yo la veo casi todos los días, en muchas circunstancias. En el tráfico, en la cola del supermercado, en la fila para un trámite… parecen no tener fin.

Me refiero por supuesto, a las groserías, insultos y faltas de respeto que recibimos todos los días, a propósito de muchas cosas, merecidas o no.

¿Qué sientes cuando alguien te dice algo de tu madre, de tu peso o alguna otra cosa? ¿Qué quisieras hacerle a esa persona cuando te humilla? Peor todavía: ¿Qué efecto pueden tener en ti tus propias palabras y emociones negativas?

Las noticias están llenas de crímenes y malas cosas que suceden porque alguien “no se iba a dejar” que le dijeran algo.

Entonces, si un montón de palabras negativas puede desencadenar ese tipo de consecuencias en nosotros, ¿por qué es tan descabellado pensar que frases positivas puedan cambiar tu actitud hacia las cosas?

Cosas como el efecto Placebo (el tomar una pastilla de azúcar pensando que es medicina y sentir mejoría) se han observado durante años, aún cuando no sean el centro del estudio.

Si crees que utilizar frases positivas no sirve de nada, tal vez es hora de que lo pongas a prueba, aún cuando tengas reservas.

Si solo conoces los efectos del sarcasmo y el cinismo, ¿no es parte de nuestra naturaleza el probar otras cosas?

He visto los efectos de la depresión en la gente. Aunque es, válgame el término, deprimente, también he visto los efectos que tiene la actitud positiva en muchas personas.

Haz la prueba. Hay miles de libros, audios, cursos y toda forma de publicación con afirmaciones y frases positivas. Lo puedes hacer frente al espejo y sin que nadie te vea, o cuando vayas manejando hacia el trabajo.

Es probable que los resultados tomen solo unos cuantos días y algunos pueden ser inmediatos. A fin de cuentas, ¿qué puedes perder?

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martes, 28 de agosto de 2012

¿Qué no hablamos el mismo idioma?


Hace unos días estaba hablando con una sobrina a la que le pagué unos cursos. Con estos cursos iba a poder conseguir un mejor trabajo y ganar más dinero. He de decir que lo hice con gusto y lo volvería a hacer; no me quedé muriéndome de hambre por facilitarle ese dinero y creo que mientras mejor trates a la gente, mejor te va en la vida.

Bueno, eso hasta la última conversación que tuvimos. En ella se quejaba de que todo estaba ya muy difícil para cualquiera y que las posibilidades de encontrar un buen trabajo eran cada día más difíciles.

También comentó amargamente que para poder triunfar en este país era necesario tener mucho dinero para tener tu propio negocio o tener “palancas” con políticos o empresarios para que te dieran facilidades.

No puedo reprocharle que piense así; yo mismo he tenido esos pensamientos de cuando en cuando. Sin embargo, también me gusta ver la gran cantidad de personas que salen de la pobreza o suben su nivel de vida gracias a su actitud, trabajo y búsqueda de oportunidades.

De igual manera, me anima saber de algunos que han logrado éxitos fuera de toda expectativa, como llegar a millonarios con todo en contra.

Si ellos pueden, ¿por qué ella no? Así que le dije que no se dejara llevar por esa actitud, que había muchas personas con muchas más desventajas, que habían tenido que superar obstáculos mucho más grandes y algunos habían tenido que trabajar para poder pagarse sus propios estudios.

Si ella no había tenido todos esos problemas, seguramente podría irle mejor.

Después de eso se le retorció la cara por la ira, me dijo que me iba a pagar todo para que no le estuviera “echando en cara lo que le había pagado” y que gracias por decirle que era una tonta.

Lo único que pude pensar es, ¿qué no hablamos el mismo idioma? ¿Dónde una conversación de actitud pasó a un reclamo de dinero y comentarios despectivos?

A veces nuestra visión de las cosas se nubla. A veces dejamos que lo que estamos viviendo o pensando se encargue de todos nuestros pensamientos. A veces encontramos en una palabra la razón para enojarnos o salir corriendo.

Nunca intenté reclamarle lo que le he dado. Lo hice con gusto y lo haría otra vez. De hecho, si quisiera hacerlo lo hubiera hecho mucho antes.

Tampoco creo que sea tonta. Durante todo este tiempo me ha dado gusto ver su gusto por el estudio y las ganas de progresar y se lo digo a ella y a quien quiera escucharme.

¿Por qué me vio de pronto como su enemigo? No sé. Lo que sí sé es que me ha pasado. Hay veces que me dicen algo y lo convierto en un insulto hacia mi persona, mis ideas o mi desempeño, aunque no tenga nada que ver.

Con el tiempo eso puede arreglarse, pero hay que tener cuidado de que estás haciendo algo al respecto. De otra manera, tal vez empieces a dejar de lado a tus amigos, solo porque entendiste algo mal.

Porque para malinterpretar y pensar mal, nos pintamos solos… ¿o no?

Parte de crecer incluye ver todo con otros ojos. No todos te buscan para aprovecharse de ti y no todos hablan a tus espaldas y a veces un comentario no es sarcasmo; es solo un comentario.

Ver la vida con mejores ojos nos ayuda a ser mejores nosotros mismos. Difícil tener una buena actitud cuando crees que todos están en tu contra. ¿No crees?


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sábado, 25 de agosto de 2012

Tiempo para pensar en ti

Una de las cosas que rara vez hacemos es pensar en algo más de lo que estamos viendo en un momento dado. Leer te puede poner a pensar, hablar con alguien te puede poner a pensar… hasta la televisión te puede poner a pensar, aunque no precisamente pensamientos muy productivos.

Sin embargo, ¿Cuánto tiempo te tomas a la semana (o al mes) para realmente pensar en algo? En esta época en que todo pasa muy rápido, en que tenemos distracciones por todos lados y en que cada día es más difícil estar disponibles para nosotros mismos, pensar lo dejamos para las noches de insomnio.

¿Cuántas veces en este mes has pensado en tu futuro con tu pareja, tu trabajo, hobbies o lo que sea que tengas? Y no me refiero a los pagos que tienes que hacer o al pleito por el control remoto, esas son cosas urgentes que salen en el momento, sino a qué tienes, que quieres tener, donde estás y a donde vas.

Hoy está de moda la administración del tiempo. Cómo hacer más con menos, como dar prioridades, organizar, etc. Una persona que sabe cómo administrar su tiempo tiene muchas más posibilidades de lograr grandes cosas que una que se deja llevar por las circunstancias.

Sin embargo, ¿Cuánto de ese tiempo lo dedicas a ti? De hecho, ¿siquiera está contemplado en tu calendario un momento para no hacer nada, solo pensar en lo que quieres?

Tómate una media hora aunque sea una vez a la semana. Siéntate en un lugar oscuro y donde no haya nadie. Escucha tu propia mente empezar a girar. Dentro de poco aparecerán cosas que no se te habrían ocurrido de otra manera.

Quién sabe… a lo mejor sale algo que puede cambiar tu vida.

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lunes, 20 de agosto de 2012

Si ves muchos obstáculos...

Una faciliadad que tenemos los humanos es la de ver obstáculos, especialmente para cumplir propósitos.

Uno de tantos propósitos de año nuevo que todavía están pendientes es el de bajar la panza.

Claro que he hecho algunas cosas y se han ido algunos centímetros (aunque algunos de ellos por 3 días de enfermedad que me tuvieron sin comer), pero no el plan estructurado que preparé en Enero.

¿La razón? Bueno, entra la flojera, el pulmón que casi se me sale después de un rato de bicicleta y el dolor de piernas después de una sesión larga, hay muchos otros obstáculos.

Uno de ellos es el tiempo. En las vacaciones no había mucho problema, pero desde que entraron a la escuela, entre llevarlos y traerlos no queda mucho espacio para sacudir un poco las piernas en la bicicleta.

Otro es el espacio. Con genta haciendo tarea y pasando a cada rato por donde está la bicicleta, las distracciones son constantes. ¿Cómo le hago para hacer mi ejercicio sin distracciones?

Bueno, podría poner más cosas pero el chiste es que, tantos obstáculos hacen que la cosa sea medio difícil.

Claro que los obstáculos son lo que hace todo mejor y que nosotros debemos brincar los obstáculos y todas esas ondas de la autoayuda, pero no vas a negar que muchos obstáculos despiertan nuestro antiguo instinto de postergación.
Los obstáculos son cosas que vemos cuando quitamos la vista de nuestras metas.

Pero bueno, el fin de semana queríamos asar carne y comer taquitos. Como fue una decisión espontánea, no había nada. Estaba medio mojado por la lluvia, así que tuve que limpiar y secar el asador y ponerlo bajo una lona que tenemos.

Como no había de las tortillas que nos gustan, fui temprano a la tortillería para agarrarlas todavía calientes y a comprar algunas cosas más. O sea, domingo a las 7 am… pero bueno, algún precio hay que pagar.

El carbón fue un rollo peor porque estaba medio húmedo pero después de algunas sacudidas prendió. En fin, fue una comida bastante buena… aunque no estuvo libre de obstáculos. Raro que haya utilizado ese término hasta ahora.

Durante el tiempo que estaba preparando todo, los obstáculos no eran obstáculos para mí: solo eran cosas que tenía que hacer para comer rico. En ningún momento me descorazonaron, me desanimaron ni me hicieron pensar que no valía la pena seguir adelante.

Claro que unos taquitos siempre atraen más que estar las horas en la bicicleta para bajar un poco de peso, pero creo que entiendes mi punto.

Dicen que los obstáculos son cosas que vemos cuando quitamos la vista de nuestra meta. No podría estar más de acuerdo. Si estás viendo muchos obstáculos, tal vez perdiste de vista lo que realmente quieres o ya no lo quieres tanto.

De otra manera, solo son cosas que tienes que hacer…

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domingo, 19 de agosto de 2012

Todo acaba por aburrir

Los fines de semana trato de descansar del trabajo. Es difícil ver la diferencia cuando trabajas en tu casa, pero la hay.

Al menos un par de días a la semana no pienso en escribir, investigar, contestar correos o ver estadísticas: prefiero pasármela echado viendo la tele, saliendo a corretear a mis perros o haciendo cualquier otra cosa.

Claro que cuando estás casado, hay una que no tiene la misma opinión que tú. Así que, en vez de ver una película vieja de “El Santo” y ver algunas revistas atrasadas, me fui a escarbar unas cajas que esa mujer quería tirar.

Encontré varias cosas, la gran mayoría viejas y sin ningún uso. Algunas ya ni me acordaba por qué las habíamos guardado, hasta que de pronto me encontré con mi teléfono celular Ericsson (sin “Sony”), todavía de leds y con una batería tan grande y pesada que podría descalabrar a cualquiera.

No pude evitar recordar cuando lo compré. En ese tiempo era uno de los teléfonos “chicos” que estaban en mi presupuesto, la batería le duraba un día si no hablabas y traía un cargador para el carro.

Mi hija se rió cuando lo vio y hasta me lo pidió para enseñárselo a sus amigas.

Irónicamente, ese mismo teléfono me emocionó cuando lo compré porque estaba “pequeño y práctico”, mientras que ahora era un tema de risas y burlas porque ya mero pesaba más que la laptop (y eso que no vieron los modelos anteriores a ese).

Es graciosos cómo las cosas pueden cambiar en tan poco tiempo. Lo que un día nos abrió la boca de asombro, poco tiempo después nos mata de aburrimiento.

No hay mucha diferencia de cuando eras niño, estabas ahí jorobando a tus papás hasta que te compraban algún juguete, lo usabas un par de horas y luego lo botabas para ponerte a jugar con otra cosa.

Eso me puso a pensar en las “revoluciones” tecnológicas que he visto pasar. Los LPs, los casetes, los CDs, DVDs, etc., por decir algunas. Cada una llegó con grandes fanfarrias y se fue en silencio. Claro que algunos nostálgicos todavía tenemos un “Discman” y lo escuchamos por los recuerdos, pero todo eso se lo lleva el viento.

Eso me lleva a pensar: ¿Qué tanto estás haciendo ahora que se te hace “un gran cambio”? Por difíciles y pesados que te parezcan los retos que tengas, eventualmente se irán en silencio, dejando tal vez algún recuerdo.

¿El punto de todo este rollo? Creo que sería que no te tomes las cosas tan en serio. Podrán parecer de mucha fanfarria, pero después de irán como tantas cosas se han ido.

En fin… regresaré a terminar de escarbar la caja para ver si todavía puedo ver alguna película que me haga reír o, si me llega la cantidad suficiente de nostalgia, ver caricaturas de las viejas para recordar mi niñez.

No sé tú, pero me siguen gustando más que Bob Esponja…

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sábado, 18 de agosto de 2012

Culpen al rico

Si algo nunca ha pasado de moda en el mundo es echarle la culpa a alguien más.

Aunque hay un montón de teorías, todas entretenidas, acerca de esto, conforme conozco más gente, parecería que la mejor de todas es la teoría Eureka, que dice que el lenguaje fue inventado conscientemente.

¿Para mejorar la comunicación con los humanos, hablar con la divinidad o dejar de parecer changos sin pelo? Todo eso suena más trascendental que decir que se inventó para poder decir “Yo no fui” de una manera inteligible para los que se preguntaban qué pasó con el racimo de plátanos que habían traído el día anterior.

Pero “Yo no fui” no parecía suficiente: había que canalizar la ira de los demás lo más lejos posible. Primero era fácil echarle la culpa al primo Unga-Unga, pero el sentimiento de culpa, que ya venía arraigado, hizo más productivo echarle la culpa a alguien que la pudiera acaparar más fácilmente: el cavernícola más rico.

Tal vez no tenía acciones o yates pero tenía pieles y mujeres, lo que los demás no tenían. Siguiente esta línea de pensamiento, es fácil odiarlo y esperar que muera pronto para administrar sus bienes.

Eso parece no haber cambiado. Por todos lados escucho a todo mundo quejarse de “los empresarios”, de la avaricia de “los ricos” y del ansia de poder de “los corporativos”.

No voy a negar que existen muchos que tienen todo el potencial para ser Scrooge en la siguiente representación del cuento de navidad de Dickens, muchos de los que he conocido son personas básicamente honradas y que se preocupan por los demás.

Todos podrán ser muy diferentes pero tienen algo en común: trabajan mucho más que los demás, ya sea para su empresa o para educarse.

¿Cuál es el estereotipo del empresario rico? Un tipo malhumorado, que siempre está en la oficina, en reuniones de negocios y que no le hace caso a su familia por su obsesión de acumular dinero. Es probable que esté gordo, que no goce de buena salud y que muera prematuramente de un infarto, para beneplácito de los muchos que no lo quieren.

¿Cuál es el estereotipo del que “no le interesa el dinero”? Trabaja menos, está más tiempo en su casa y muere feliz, rodeado del amor familiar y las deudas.

Hay algunas cosas que tienen en común (como la muerte) pero la diferencia más importante está en el trabajo.

¿Le has echado la culpa a los ricos desde tu sofá mientras te tomas unas cervezas viendo el partido de fútbol como muchos otros? Tal vez no te escuchen porque están trabajando o aprendiendo algo más.

Es fácil odiar al que tiene más que nosotros. A veces quieren darle tinte social y político, pero muchas veces es solamente envidia y no de la buena.

Hay algunas personas que sí trabajan más, que sí estudian más y que sí se esfuerzan más y algún mendigo los explota, pero eso es para otra entrada. Las que sí sobran son las que le echan la culpa a todos los demás, mientras se acaban el resto del salario en otro six de cervezas.

Si haces todo lo que tienes que hacer para lograr el éxito y no lo obtienes, tal vez se deba a que alguien realmente está conspirando contra ti. Como ya dije, hay corporaciones ratas y jefes explotadores.

Pero si tus quejas se hacen desde el sofá, después de unas cervezas y viendo una pantalla plana que vas a tardar 4 años en pagar, tal vez estás utilizando el lenguaje para lo que se ha usado desde su invención: para decir “Yo no fui”. Y esa excusa te la das a ti.

Claro que pueda estar totalmente mal, pero en varias décadas los Illuminati no han dominado el mundo, los corporativos no han impuesto un orden mundial y hay personas sin mucha educación, influencias o ascendencia que logran el éxito económico a base de creatividad, esfuerzo y disciplina.

Y muchos logran éxitos memorables. ¿O también eso es una conspiración?

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lunes, 13 de agosto de 2012

Ciencia o superstición, ¿cuál te maneja más?


¿Qué nos separa realmente de los animales? Dicen que porque usamos la cabeza y no solo para darnos de topes.

Se supone que hace mucho que dejamos nuestra condición de changos y nos convertimos en seres pensantes y racionales. Si no crees en la evolución, entonces Dios nos hizo ya pensantes y racionales. Independientemente de la opción que elijas (que he visto que es un eterno pleito en el que muchos se comportan como changos…), supuestamente ya tenemos ciencia y tecnología que nos puede sacar del oscurantismo.

Así que ya no nos corremos a esconder cuando empieza a llover (a menos que traigas un vestido de mil dólares o tu iPad sin cubierta), los truenos nada más nos espantan cuando estamos haciendo algo que no debemos y la única preocupación que nos dan los rayos es que se vaya la luz cuando están los jueces en American Idol.

Tenemos ciencia y tecnología, pero creemos en los fantasmas...

En los tiempos en que no había mucha ciencia todo nos daba miedo solo teníamos fantasmas y demonios para echarles la culpa. Lo bueno es que con la revolución de la ciencia y tecnología ahora podemos echarle la culpa a los OVNIs y al “ectoplasma”.

Vivimos en una época en que la ciencia y la tecnología han logrado avances que hace solo unos años parecerían milagrosos y, aún así, limitamos o exageramos las cosas con meras supersticiones.

Los nuevos edificios, grandes monumentos tecnológicos que se pierden entre las nubes y que pueden saber a qué hora vas al baño, no tienen piso 13. Tampoco los aviones, que ya prácticamente vuelan solos, tienen asiento 13.

Graciosamente, los autobuses sí tienen asiento 13. ¿Eso quiere decir que la gente con acceso a grandes edificios y aviones, que son los que también tienen acceso a la mejor educación, le tienen más miedo a una superstición que esos a quienes llaman la plebe?

Sin embargo, la dualidad de ciencia/superstición no es exclusiva de los snobs, ya que la gente con poca educación también es capaz de hacer cosas sin ningún sentido, como pagar hasta lo que no tienen a una bruja para que les haga un “amarre” o una “limpia” y creerla más a un curandero que a un médico, aunque las hierbas y el “trabajo” salgan más caros que las medicinas.

Así, gente con altas calificaciones y conocimientos niegan la existencia de los fantasmas pero nunca pasan debajo de una escalera, o afirman que Dios no existe pero se preocupan cuando se les atraviesa un gato negro.
¿Eres racional o te dejas llevar por supersticiones?

¿A ti cómo te va con la dualidad de raciocinio/superstición? Porque muchas personas que quieren mejorar su vida, con un nuevo trabajo, un negocio tradicional o uno por Internet, parecen detenerse ante la perspectiva de un cambio por cosas supersticiosas como “no tener el talento”, “tener mala suerte” o “el destino”.

Steve Jobs, uno de los empresarios más exitosos y carismáticos, terminó en el mismo lugar a donde vamos todos. Mucha gente piensa que todas esas personas son semidioses con poderes mágicos, pero en realidad son seres humanos comunes y corrientes.

La diferencia es que Steve Jobs no se detuvo con esas supersticiones. Abrazó el cambio, la creatividad y hasta el dinero. Muchas de sus ideas revolucionaron el mundo en que vivimos, pero también comía e iba al baño.

Tú tienes el potencial de llegar a muchos lugares, siempre y cuando utilices la cabeza en vez de… bueno, no sé exactamente qué órgano activa la superstición, el destino y todas esas cosas.

No sé exactamente qué pasa con los OVNIs (aunque unos tipos con tanta tecnología se aburrirían a morir viendo nuestros inventos), las curaciones magnéticas o el destino, pero sí sé que cuando puedes evaluar una oportunidad y crees que puedes hacerla, mejor aventarse a quedarse sin hacer nada.

Bueno, es a menos que creas que te van a secuestrar los extraterrestres por no cumplir con tu destino…


viernes, 27 de julio de 2012

Las cosas como deberían de ser...


Durante muchos años, gran cantidad de personas me han invitado a participar en negocios, oportunidades, inversiones, “franquicias” (Amway, Herbalife, etc.) y muchas otras cosas.

Algunos de sus argumentos son buenos, pero hay muchos que desde hace mucho dejé de escuchar: los que apelan a la lógica y las que ignoran la naturaleza humana.

Los seres humanos decimos que somos racionales. A fin de cuentas, evolucionamos (o nos evolucionaron, dependiendo de la hipótesis que aceptes) y somos más inteligentes que los changos y los demás animales.

Y, sin embargo, nos dejamos llevar por los mismos instintos animales que los meten en líos. Dicen que “el pez por su boca muere”, pero no he visto nada distinto en las personas.

Así que cuando alguien dice “es que es lógico que el negocio sea un éxito porque tiene esto o esto”, es hora de dar las gracias y huir. ¿No me crees? Bien, veamos:
Presumimos de seres racionales, pero actuamos contra toda lógica
Para cualquier persona de clase media, la lógica dicta que hay que comprar una minivan. Es pequeña, eficiente, tiene mucho espacio y es económica. Y sin embargo, quien puede comprar un vehículo, compra invariablemente una SUV, mientras más grande, mejor.

¿Por qué? ¿Qué nos lleva a comprar un vehículo caro, grande y poco práctico para quien vive en la ciudad? Porque no queremos que nos confundan con la señora que va a comprar verduras al mercado o lleva los niños al fútbol. Queremos que nos vean con poder.

En pocas palabras, la lógica bien gracias. ¿El negocio que te proponen se basa en que la gente sea lógica? Buena suerte con eso. He visto personas racionalizar la compra de un terreno en la luna y un disco que perteneció (dicen) a Michael Jackson.

Y peor aún, si me dicen que “son personas ayudándose a otras” o “son equipos que ven por el bienestar de todos”, casi me da risa.

Y no porque sea muy cínico, aunque algo hay de eso. La razón principal es que, típicamente, la gente no es como debería de ser. Si así fuera, nunca habría un auto estacionado en doble fila o en tu cochera, nadie se pasaría los semáforos en alto ni se metería en la cola de la caja.

No habría necesidad de bardas, alarmas ni policías y cuando dejaras una coca en el refri de la oficina, nadie se la robaría. Buena suerte con eso también.

Hay que planear para hacer las cosas como deberían de ser, pero hay que recordar siempre que éste mundo es éste mundo y que, nos guste o no, las cosas son como son.

Así que si tienes negocios u oportunidades que escoger, recuerda que la lógica no funciona y que este mundo es éste mundo.

Así te ahorrarás algunas decepciones.


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sábado, 30 de junio de 2012

A Votar Este Primero de Julio 2012


Este domingo primero de Julio del 2012 votamos en México para tener nuevo presidente de la república y, tal vez, otro partido en el poder.

Esto viene después de 12 años en que el partido en poder, el PAN, sacó al PRI de Los Pinos después de más de 70 años de reinado.

De acuerdo a las encuestas, el candidato del PRI parece ser el que se llevará la mayoría de los votos, tal vez porque todo mundo ansía que regresen otros tiempo o solo castigar al PAN por lo que parecen ser 12 años de los mismos vicios o incompetencia.

El siguiente en las encuestas, López Obrador del PRD, va vociferando desde ahora que va a haber fraude y que él es el presidente legítimo.

Lo bueno de las campañas presidenciales es que son divertidas por la tierrita que se avientan y las promesas, muchas de ellas ridículas, que le avientan a todos los que quieran escucharlos. También es época de juntar camisetas, saleros, vasos y demás regalos que reparten por todos lados.

Sin embargo, los cierres de campaña y la votación que viene traen otra cosa que muchos ni siquiera han pensado: la verdadera campaña, la que hace la democracia: la de los ciudadanos.

Decía Thomas Jefferson que “el precio de la libertad es la eterna vigilancia” y es algo que todos hemos olvidado. Consideramos que votar es la última parada de todas las elecciones y que podremos descansar durante 6 años más.

Eso es lo más triste. Todos los días escucho quejas del gobierno, de cómo hacen lo que quieren, de cómo roban, mienten y deshacen. Y a las siguientes elecciones, vuelven a votar por los que hablen más bonito, olvidando de inmediato los nuevos impuestos, escándalos y abusos que cometieron.

La verdadera democracia no está en elegir al gobernante que tendrá el poder durante muchos años por venir: está en hacer que cumplan lo que prometen.

Una comunidad activa y vigilante es lo único que puede hacer que un gobierno haga las cosas bien o, al menos, lo intente. Una comunidad apática como la nuestra, solo permite que lo mismo suceda una y otra vez.

Este domingo levántate temprano, ve a tu casilla y vota. No importa a quien elijas, es tu derecho.

Pero, si realmente quieres un cambio, dedica un tiempo diario para leer los periódicos, enterarte de algunas cosas y de investigar, realmente, lo que está pasando. Que no te duerman con frases bonitas o teorías de conspiración.

Solo entonces podremos aspirar al potencial que tenemos como país. Si no, seguiremos en el hoyo y no por culpa del gobierno, sino de la persona que nos ve desde el espejo. Porque, a fin de cuentas, tú los escogiste, ¿no?


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viernes, 29 de junio de 2012

Antes de ponerte a criticar...

Hace algún tiempo, mientras esperaba con otros padres a que mi hija saliera de la escuela, me puse a platicar con una mamá que estaba cerca de mí. Después de los acostumbrados temas de saludo (el clima, la escuela y demás, me contó que estaba batallando mucho con una computadora que había comprado para su negocio.

Cuando le pregunté de qué negocio se trataba, me dijo que vendía ropa a la medida para perros. Aunque no es muy común, ya había visto algunos negocios que hacían lo mismo, por lo que no me sorprendió mucho escucharlo. Sin embargo, su iba más allá que solo hacer ropa: la hacía para que combinara con algunos conjuntos de sus clientes.

O sea que si yo salgo a correr con mi perro y llevo un pants rojo, entonces le puede hacer al perro un conjunto igual o que “combine”.

Qué cosas, ¿no? Pero lo importante es que le iba bien. No tenía una tienda establecida y su negocio era más que nada de conocidos, pero eso no cambiaba el hecho de que le estaban saliendo bien las cosas.

Como me comentó, no le interesaba poner una tienda o algo así; no tenía tiempo. Si más adelante las cosas se daban estaría bien, pero no era su prioridad.

Conforme seguimos platicando, me dijo algo muy común entre los amigos y familiares. Cuando les dijo que quería hacer, todos coincidieron en una cosa: que estaba loca. ¿Ropa para perro hecha a la medida para que combinara con la ropa del dueño? ¡Que le estaba pasando!

Y sin embargo tiene su hobby, gana dinero (y bastante bien, tengo entendido) y maneja su vida en sus propios términos.

Lo más chistoso es que, aún cuando saben que le va mejor que algunos de ellos, sus conocidos y familiares le siguen diciendo que está loca por hacer negocios tan raros y sin futuro.

¿Qué pasará que siempre salimos corriendo a atacar a cualquiera que sea diferente? Porque para criticar siempre tenemos tiempo y ganas. Es muy probable que lo hayas hecho hoy, a veces desde que te levantas.

Que si la ropa no le queda bien a alguien, que si debió estudiar medicina o casarse con alguien con dinero. Criticar a los demás nos sale natural y nos hace sentirnos muy listos, especialmente cuando hay mucha gente que coincide con nuestra forma de pensar.

Pero esta señora gana bien haciendo ropa para perro que combine con la del dueño. Personalmente me parece una locura, pero he visto cosas más raras funcionar y hasta cambiar el mundo.

Así que la próxima vez pregúntate si el objeto de tus críticas no está como esta señora: ganando bien, disfrutando de su actividad y, probablemente, riéndose de ti. Algo para llevarte a la cama…


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jueves, 28 de junio de 2012

Los Ahorros A Lo Tonto

En una ocasión, mientras trabajaba para una empresa, uno de los administradores tuvo la genial idea de reducir costos quitando el incentivo económico que le daba a los trabajadores de línea (típicamente personas temporales ganando el sueldo mínimo) cuando se quedaban a trabajar más horas.

El resultado fue que la gran mayoría no se quedaba a trabajar más horas y, en caso de que los amenazaran con despedirlos, se iban sin decir adiós. A fin de cuentas, trabajos de sueldo mínimo abundan. Eso siguió hasta que el director de producción puso una queja exigiendo que regresaran los incentivos para poder cumplir con sus cuotas.

Eso generó un gran pleito con la administración, ya que no querían perder el “ahorro” que habían logrado con sus cálculos. Ese pleito se fue a la dirección general, donde el de producción mostró cómo el ahorro que habían logrado los administradores era más costoso para la planta que lo que decían. Que podían ahorrarse mucho más si quitaran la máquina de café que tenían instalada en las oficinas de recursos humanos.

Eso terminó rápido con la discusión. Unos tipos de administración que afectaron trabajadores de sueldo mínimo para ahorrar dinero, cuando la máquina de café que compraron para ellos costaba más que el famoso ahorro.

Algo común en las corporaciones… algo que enfada a mucha gente… pero es algo que hacemos todos los días.

Podrás decir que tú no eres una corporación y que jamás harías algo parecido, pero es lo que haces, muchas veces en tu propio perjuicio.

Abundan las personas que no contratan un contador para hacer su declaración de impuestos porque “es mucho dinero”. La gran mayoría terminan pagando más impuestos de los que deberían y eso es mucho más que la tarifa del contador. Eso sin contar con que “darte un gustito” al comprar unos nuevos zapatos puede salir más caro que las dos cosas juntas.

También le peleamos el precio a un tipo que nos cobra por lavar el carro o cortar el pasto en el jardín, pero nos gastamos mucho más en comprarnos una cerveza o darle una “cooperación” a quien organiza una borrachera el fin de semana.

Así como las corporaciones hacen ahorros a lo tonto y gastos a lo estúpido (por no utilizar una peor palabra), nosotros también caemos en lo mismo, causándonos el mismo daño a nosotros y a quienes nos rodean.

O sea que, sin darnos cuenta, nos convertimos en lo que más despreciamos. Que cosas… ¿no?

Así que la próxima vez que quieras “ahorrar” en algo, piensa si no estás cayendo en lo mismo de lo que tanto te quejas. Te sorprenderá la cantidad de veces que solo cedes a un impulso y lo justificas con una interesante lógica falseada.

A los corporativos se los puedes pasar, ¿pero a ti?

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sábado, 23 de junio de 2012

El Peor Luchador Del Barrio

O, al menos, es el título que él mismo se daba. Llegó de pronto a un gimnasio de lucha libre (un deporte bastante serio aquí en México) y pagó un año completo de entrenamiento.

El instructor le dijo que no se veía muy joven, que estaba pasado de peso y que tal vez quisiera pensarlo un poco; tomar un par de meses de instrucción para ver cómo le iba.

La respuesta fue rápida y corta: “No gracias. ¿Dónde hago el pago?”.

Y así empezó el entrenamiento del autonombrado peor luchador del barrio. Era bueno que siempre trajera algunos billetes en el bolsillo para darle de propina al personal, ya que la primera semana tuvieron bastante trabajo limpiando vómito (causado probablemente por el agotamiento cuando empezaron), dandole masajes (que parecían sesiones de tortura debido a los músculos adoloridos) y hasta por cargar su maleta al automóvil, ya que apenas podía cargar su alma de regreso a casa (y eso que, según, el alma no pesa).

Tal vez no mencioné un pequeño detalle: todavía no había participado en ninguna lucha, ni siquiera de entrenamiento. Esto lo causaba el acondicionamiento físico básico.

Nadie se imaginaba qué sería cuando le tocara su primer “agarre” con alguno de los demás aprendices.

Con el tiempo, el peor luchador pudo llevar el entrenamiento sin problemas y comenzó a aprender a luchar. A pesar de que le echaba ganas, parecía que las llaves y las patadas voladoras no se le daban.

Antes de terminar el año había logrado dos cosas: aprendió las técnicas básicas de lucha que le enseñaron y logró el record como el aprendiz que no ganó una sola lucha, aunque en algunas ocasiones sus oponentes venían desvelados, crudos y hasta enfermos.

El entrenador le dijo que podía mejorar bastante el siguiente año, pero él dijo que su objetivo era aprender a luchar y lo había conseguido. No estaba en sus planes ser un luchador profesional o siquiera ser un buen luchador. Sin embargo, le agradecía todo lo que había hecho para conseguir convertirlo en luchador, aunque hubiera sido el peor estudiante.

Así como hay guitarristas que solo aprender a tocar algunas canciones, para él aprender lucha era una forma de ejercitarse y enfrentar un reto más.

Aunque no lo dijo en ese momento, el entrenador mencionó a los demás, una vez que el peor luchador se había marchado, que esa era la mentalidad del perdedor y que probablemente le iba igual en todos los aspectos de su vida.

En Navidad, llegó un regalo al gimnasio. Eran camisetas rojas de manga larga con el logotipo del gimnasio, unas nuevas cuerdas para el ring (“porque esas están tan viejas que te lastiman más que los luchadores”) y un nuevo teléfono (“porque el que tienes parece que te lo dio Graham Bell como muestra gratis cuando consiguió la patente”).

La tarjeta decía que era un obsequio del peor luchador del barrio y que agradecía todas las atenciones, la camaradería y hasta los golpes. Que si algún día necesitaban algo, que no dudaran en contactarlo y que regresaría en unos meses para “unas luchitas”.

Firmado: “Mr. X”, CEO, seguido por el logotipo de una importante empresa de tecnología. Multimillonaria, cabe mencionar.

Así que resultó que el tipo con la "mentalidad de perdedor" no solamente era el dueño de una importante empresa, sino que, además, era un millonario que sabía luchar. El entrenador se rió y dijo que podría ser malo, pero seguramente estaría pateando los traseros de sus amigos “catrines”.

"Alguien que puede caerse como él y aguantar tantos golpes es un tipo de cuidado", terminó diciendo y le llamó, desde el nuevo teléfono, para agradecer el regalo y decirle que todos aceptaban el reto, aunque la próxima vez llevara dinero.

El que alguien sea malo en algo no significa que es malo en todo. Si te has sentido que apestas y no sirves para nada porque no lograste aprobar un examen o conseguir un trabajo, no te dejes llevar por la mala actitud.

Tal vez te falta mejorar por medio del trabajo y la perseverancia, pero tal vez no estás todavía en donde debes estar. Algo para considerar con una par de cervezas…

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viernes, 22 de junio de 2012

Cuando los cambios no hacen la diferencia

Hace poco vi un documental de unas hormigas bien méndigas de la jungla. No solo eran feroces guerreras sino que también tenían una maña bastante mala: se robaban las larvas de las vencidas y las tenían trabajando como esclavas en el otro hormiguero.

O sea que hasta en los insectos hay esclavitud… Pero bueno, el punto no es ese, sino imaginar la vida de estas hormigas, trabajando sin parar, todo el día, todos los días, hasta su muerte, para alimentar y cuidar una reina y un hormiguero.

Pero espera, ¿no es lo que hacen todas las hormigas? ¿Qué hubiera pasado si se hubieran quedado en su hormiguero? Es fácil saberlo: se la hubieran pasado trabajando sin parar, todo el día, todos los días, hasta su muerte, bla, bla, bla.

En pocas palabras, que la reina sea roja o negra no hace ninguna diferencia. De todos modos pasarán su vida… bueno, ya sabes cómo la pasarán. Bueno, las hormigas no tienen muchas opciones, pero nosotros sí. ¿O no?

Como con las hormigas, a veces el cambio de patrón (o reina), de ubicación o de instalaciones realmente no tiene diferencia alguna con lo anterior. Durante años he visto cambiar gente de trabajo o carrera para terminar exactamente en lo mismo, aunque estén en otro lugar.

Para alguien que trabaja 40 horas por semana en una oficina realmente no hay diferencia entre un edificio en el centro o en las afueras o el color de la computadora.

Muchas veces queremos cambiar nuestra vida pero aunque hagamos cosas que parecieran drásticas, como cambiar de carrera o de ciudad, a veces no hay ninguna diferencia en el resultado.

Así como las hormigas, si vas a seguir haciendo lo mismo, ese “gran cambio” que pareces estar planeando puede ser solo una pérdida de tiempo y recursos.

En una ocasión un amigo recibió una oferta de trabajo de otra empresa. La oferta incluía cambiar de ciudad. La diferencia de sueldo no era mucha pero la perspectiva de “cambiar de aires” lo hizo decidirse.

Renunció a su anterior empleo, se mudó y empezó “su nueva vida” en otra ciudad. En un viaje que hice coincidimos en el aeropuerto y fuimos a tomar algo en lo que salían nuestros vuelos. En ese rato me comentó cómo le iba. Lo gracioso es que su rutina diaria parecía exactamente igual a la anterior y me dijo que “ya estaba aburrido” y que tal vez regresara.

Así que el gran cambio no había sido tan grande después de todo.

Si estás pensando en cambiar de vida, fíjate que lo que hagas realmente haga una diferencia en tu vida. A veces solo necesitas pensarlo un poco para ver que vas a terminar como las hormigas: haciendo lo mismo en otro lado.

Pero bueno, así son las cosas en éste mundo… a veces solo te queda probar.


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miércoles, 20 de junio de 2012

¿Cómo Quieres Vivir Tu Vida?


Esta parece una pregunta bastante simple y, según dicen los fans de la autoayuda, la que te debes hacer todos los días.

Sin embargo, hacerte esta pregunta todos los días te haría una persona bastante ocupada o, al menos, con poco tiempo para otras cosas.

Porque lo primero que te viene a la mente con esta pregunta es lo que más deseas acerca de algo. Cada quién saldrá con alguna cosa distinta dependiendo de su personalidad, aunque la gran mayoría coincidirá con un criterio: lo que más les hace falta.

Así, quien es pobre querrá vivir su vida como rico. Quien no tiene amigos querrá vivir su vida como mister amigo y quien no tiene pegue con las mujeres querrá vivir como un Don Juan. Cabe mencionar que en esta economía muchos dirán que quieren dinero, pero supongo que eso es universal.

¿Y qué mejor medida de felicidad que tener lo que siempre has deseado?

El problema con esta mentalidad es que, al igual que un hambriento, una vez que pasa el hambre la comida se vuelve aburrida. Después de una semana de comerlo todos los días, un plato de caviar tiene toda la novedad de unos frijoles con totopos.

Entonces, ¿cómo quieres vivir tu vida? Tal vez pienses también en lo que siempre quisiste ser pero por angas o mangas nunca hiciste. Tal vez ser doctor, comediante, estrella de rock o súper héroe (esta última tiene la complicación de conseguir los poderes, pero la tecnología está tan avanzada que igual y lo puedes lograr, con suficiente dinero).

Esto puede convertirse en una buena meta y darte la vida que quieres vivir durante un tiempo, pero después de ser doctor, ¿qué sigue? Aunque te especialices, sigues siendo doctor, así que vuelve la pregunta: ¿Cómo quieres vivir tu vida?

Dicha de esa manera, la pregunta puede ser simplemente incontestable. ¿Cómo saberlo? Claro que hay algunos principios universales que puedes sacar de cualquier libro de filosofía, autoayuda o religión (no meterte con tu vecina es un excelente consejo para cualquier vida que quieras), pero son tan generales que no sirven como una descripción de cómo realmente vivir tu vida.

Antes de pasarte todo el tiempo pensando en la mejor respuesta, te facilitaré un poco las cosas y solo con una palabra.

Una pregunta más fácil que puedes hacerte todos los días es ¿cómo quieres vivir tu vida ahora? Porque los principios generales podrán ser muy buenos pero nosotros cambiamos todos los días.

Hoy podemos querer vivir nuestra vida enamorados de la pareja más maravillosa del mundo y mañana querremos vivir olvidando a ese desgraciado que prefirió largarse con una corista. Hoy puedes querer vivir tu vida queriendo ser la máxima representación de tu carrera o profesión y mañana quieres vivir tu vida dedicándote a tu hijo recién nacido.

¿Quieres complicarte la vida? Piensa muy bien y decide cómo quieres vivir tu vida. ¿Quieres llevarte las cosas más fáciles y acercarte a lo que llamamos felicidad? Pregúntate cómo quieres vivir tu vida ahora.

La respuesta a esta pregunta es más fácil y la puedes ver cuando despiertas todas las mañanas. Una decisión que puede cambiar mañana, pero que siempre tendrá la capacidad de hacer que vivir tu vida se convierta en algo más que unos cuantos principios generales.

Así que, ¿cómo quieres vivir tu vida ahora?


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sábado, 16 de junio de 2012

Entrena tu mente para lo que quieras


A lo largo de mi vida he conocido mucha gente. Cada quién es distinto es su forma de ser y en sus capacidades, pero hay algo en lo que todos los humanos somos muy parecidos, aunque lo neguemos categoricamente: la capacidad de nuestra mente.

Claro que hay quienes tienen el cerebro más desarrollado por años de práctica y entrenamiento, pero, a menos que tengas una lesión cerebral o sufras algún tipo de discapacidad mental, tú tienes más a menos la misma capacidad mental que la gran mayoría de la gente.

Aquí es cuando todo mundo voltea a verme como si estuviera loco y me dice, categóricamente, que no es cierto. Y en realidad así parece ser. Hay quienes parecen aprenderse las lecciones de la escuela en minutos y nos hacen quedar mal. Hay otras personas que saben muchos idiomas, nunca se les olvidan los nombres de los demás o se aprenden fácilmente las estadísticas del fútbol.

Hasta hace poco yo era de la misma idea. Quienes podían leer en chino o ganar siempre en el “memorama” eran personas con algún don especial.

Sin embargo, conforme fui leyendo más cosas y aprendiendo nuevas técnicas, me vi en la necesidad de cambiar de idea, aunque tuviera que ir contra lo que he creído toda mi vida.

¿Por qué? Porque viví la evidencia en carne propia.

Si algo soy es olvidadizo. Mi esposa dice que soy inteligente pero que parece que tengo la memoria de teflón. Olvido fechas de cumpleaños, aniversarios, nombres, encargos y mil cosas más. De acuerdo a muchos, no olvido la cabeza porque la traigo puesta.

En fin, una de las cosas que siempre hago es escuchar audiolibros cuando voy manejando. Creo que es la mejor manera de utilizar el tiempo muerto que pasamos todos los días mientras vamos en un automóvil, a veces durante horas. Bueno, si llevas compañía es distinto, pero puedes aprender muchas cosas mientras te trasladas a tu trabajo, escuela o hasta a las fiestas.

Esta vez le tocó a un método para mejorar la memoria. La realidad es que solo lo comencé a escuchar por curiosidad ya que estaba bastante corto y solo traía un par de ejercicios. El narrador comentó una técnica para recordar cosas y retaba a que me aprendiera de memoria 10 palabras.

La verdad es que me dio risa. Eso solo lo podían hacer quienes tenían buena memoria y yo no era uno de ellos. Dijo las 10 palabras y luego retó a que recordara todas las que pudiera. Me acordé de 5 y sin un orden en particular. Nada mal para la memoria de teflón, ¿no?

Después de eso describió una técnica para recordar. En 5 minutos me había aprendido la lista de memoria y en orden. Mas sorprendido estaba cuando, de regreso de donde iba, todavía me sabía la lista. De hecho, todavía la tengo en la mente. En orden y sin problemas.

Desde entonces me aprendí otras 8 listas de 10 palabras y apantallé a mi esposa, a mi sobrina y a mis hijos cuando lo hice sin anotar nada y en muy poco tiempo. Desde entonces estoy con un curso en forma, para poder tener la memoria que hubiera querido hace tiempo y utilizar esto para mejorar mi trabajo, ambiente y mil cosas más.

¿Cuál es la moraleja de esto? Que no importa lo que te digan, si entrenas tu mente, bien puedes hacer lo que otras personas hacen. Solo es cuestión de saber cómo hacerlo. Aprender a tener buena memoria es genial, pero hay muchas otras cosas que están pendientes.

¿Cómo mejoraría tu vida si aprendes a utilizar bien tu cerebro? Es algo que pienso averiguar…

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jueves, 14 de junio de 2012

El Crecimiento Personal Comienza En La Persona

Suena hasta a chiste que haya que aclarar que el crecimiento personal empieza en las personas. Sin embargo, hay tantos malentendidos, inconsistencias y decepciones en estas ondas que es algo que hay que aclarar.

El famoso crecimiento personal es algo que todos tenemos dentro, pero que poco a poco hemos aprendido a olvidar. Y conste que no ha sido fácil: el crecimiento personal fue básico en nuestra supervivencia.

El cazador tenía que ser más rápido, más ágil, más valeros y más inteligente. Ser mejor no era cuestión de orgullo o autorealización: era cuestión de vida o muerte.

Sin embargo, hoy en día parece que nos alejamos más y más de aquél cazador que tenía que explotar todo su potencial para seguir vivo.

Ya no nos corretean los leones para comernos, ya no nos morimos de hambre en una sequía y la mayor preocupación que tenemos frente a nosotros es cómo pagar los recibos o conseguir algo de dinero para la siguiente fiesta o para el nuevo gadget que hay que tener.

La vida fácil, que es lo que el progreso nos ha dado, ha ido terminando con nuestro deseo instintivo de crecer personalmente, al punto de que a veces lo olvidado por completo.

Y es en este estado apático hacia nuestro propio crecimiento que podemos ver por qué tantos métodos, cursos, gurús y demás no tienen resultados cuando se trata del crecimiento personal: la persona no tiene interés en crecer. Tú no tienes interés en crecer.

El mejor método para “lograr tu potencial” o “despertar al gigante interior” no tendrá ningún efecto si no has tomado la decisión de salir de donde estás.

Hoy las empresas emplean a muchas personas y consultorías para “dar crecimiento a sus empleados” y muchos de estos programas no tienen ningún efecto positivo simplemente porque los empleados no le ven el sentido. “¿Para qué hacer estas ridiculeces?” parece ser el sentimiento general con estas cosas.

Lo más importante es que, durante siglos, quienes han querido crecer lo han hecho. Sin programas de coaching, sin seminarios de autoayuda y sin audios o videos en un iPhone. Quienes buscan ser algo más de lo que ya son, simplemente encuentran la manera.

A quienes no les interesa, difícilmente lograrán cualquier cosa, aunque estén inscritos en el mejor programa o tengan al coach de las estrellas. La decisión tiene que venir primero de la persona más importante: tú. ¿Ya la tomaste?

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martes, 5 de junio de 2012

Trucos que te juega tu mente

Hace varios años, cuando todavía era estudiante, llegó un tipo a la universidad para tomar un curso de verano. Como entré en el mismo curso nos conocimos, nos caímos bien y dedicamos el tiempo libre a varias actividades, entre ellas el fútbol.

A diferencia de mí, que no soy muy fan, éste chavo era realmente un apasionado del juego, tanto, que nos inscribió al torneo de verano que se hacía cada año entre los estudiantes.

Yo entré solo para llenar el mínimo necesario (no había muchos jugadores), pero de todos modos me quedaba a las prácticas y jugaba un poco.

Una de las prácticas que hacíamos era que uno se pusiera en la portería y el otro le tirara tiros penales para ver si los podía parar.

Empecé fallando la mayoría y recibiendo puros goles, pero para el fin del verano, ya era algo diferente; no voy a decir que un buen jugador, pero ya no daba tanta pena como antes.

Ayer tropecé con él en el aeropuerto y pasamos una buena hora poniéndonos al día. Durante la plática recordamos la portería y cómo pasé de ser “una coladera” a un pequeño reto y cómo después de fallar mil goles, terminé siendo un tirador bastante peligroso.

Ya en el avión recordé por qué fallaba tanto, ya sea para atajar o disparar: mi mentalidad. Sí, puede parecer aburrido que siempre termine diciendo que tu mente y actitud son las que hacen las cosas, pero pocas veces lo vi más marcado que en éste caso.

La portería que utilizábamos era exactamente la misma para los dos. Aunque él era más grande y corpulento que yo, la diferencia no era mucho, unos 5 centímetros de estatura y los brazos un poco más largos.

Y, aún así, cuando se ponía de portero se veía como un adversario realmente formidable. Era tan alto que su cabeza parecía salir por encima de la portería, y sus brazos tan largos que parecía que podía agarrar cada poste con las manos al mismo tiempo. “Wow”, me dije, “va a ser difícil meterle un gol a éste”… y así era. Yo estaba tan lejos y mis patadas eran tan débiles que parecía que le daba risa detener cada tiro que hacía.

Por otro lado, cuando yo me ponía de portero, parecía que la portería medía 100 metros y era tan alta que no podría alcanzarla ni con escalera. Además, éste tipo estaba tan cerca y tiraba tan fuerte que era imposible detener cualquiera de sus disparos… y así era.

¿Qué pasaba? Si la portería era exactamente la misma en cada cambio que hacíamos, ¿por qué parecía tan grande y pequeña a la vez? Si no te lo has imaginado ya, te lo digo: así la veía en mi mente.

Cuando me tocaba tirar la portería parecía pequeñita y éste tipo enorme porque ese era precisamente el reto: que no pudiera detener la pelota. Cuando yo estaba de portero veía la pelota muy cerca y la portería enorme porque ese era mi reto.

Al final del verano, llegué a ver la portería como realmente era: la misma cuando yo estaba tirando o de portero. No hicimos cambios, no crecí más en ese tiempo ni viajé a otra dimensión: simplemente mi mente aceptó que estaba viendo un truco de perspectiva.

Solo fue necesario un poco de práctica y sacudirme las telarañas mentales para poder las cosas como realmente eran.


¿Ves retos muy grandes o parecen inalcanzables? Si alguien más los puede hacer, es muy probable que tú también. Si las cosas se ven muy difíciles de tu lado y muy fáciles para el otro, lo más seguro es que estés ante un truco de tu mente. No te dejes llevar por él.


La práctica y la perseverancia harán que las cosas terminen por aparecer ante tus ojos como realmente son.

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sábado, 26 de mayo de 2012

¿Por qué obsesionarse solo con lo negativo?

Hace tiempo conocí a una persona con una hermana bulímica. A pesar de que ya me habían comentado el problema, tuve que echar mano de todo mi autocontrol cuando la vi por primera vez. Sinceramente estaba tan impresionado que bien hubiera podido vomitar frente a ella (ahora que lo pienso, suena un poco raro...).

La bulimia es una condición grave que mata, directa o indirectamente, a mucha gente cada año, la gran mayoría jovencitas. Podría poner estadísticas, pero no se trata de eso cuando hablamos de actitud.

Aquí el punto no es el problema en sí, sino el increíble poder de sugestión que la mente tenía sobre esta chica. Ella vivía, a falta de una mejor descripción, fuera de esta realidad. Dentro de su cabeza existía un mundo en el que ella estaba gorda.

Cuando describía su físico en el espejo hablaba siempre de lo grueso de sus muslos, de su cintura ancha y de la grasa en su estómago, aunque prácticamente pudieras colgar un saco en sus caderas.

¿Cómo era posible que alguien pudiera ver algo tan increíble? Yo me puedo ver guapito frente al espejo, pero por más buena imagen de mí mismo que tenga voy a verme con los ojos azules y el pelo rubio como Brad Pitt.

La cosa es que, si alguien puede verse totalmente fuera de la realidad en un espejo, solo utilizando su mente, ¿por qué no poder hacer algo parecido para verte triunfando o logrando grandes cosas?

Porque si algo hay sobre esta tierra es gente que se ve negativamente en el espejo. Muy chaparra, muy alta, muy fea, muy bonita, muy pobre, ignorante, floja y cualquier cosa que te deje fuera de lo que realmente deseas.

Si esta chica podía verse gorda y dejar de comer hasta casi dejarse morir, ¿es tan descabellado pensar que puedes verte teniendo éxito y hacer las cosas hasta casi caer?

La mentalidad y actitud con la que ves las cosas puede ser tan real que hasta ves el mundo distinto. Por eso hay gente que baila bajo la lluvia, gente que sale a bailar aunque parezca que tenga dos pies izquierdos y personas en el Karaoke que realmente creen que se escuchan bien.

Cada uno de ellos ve su realidad distinta y actúa según lo que ve, aunque a veces tengas que taparte los oídos en el Karaoke. ¿Si ellos pueden hacerlo? ¿Por qué tú no?

Es muy triste penar que tenemos tanta fe en lo negativo y tan poca en lo positivo. ¿No?

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martes, 22 de mayo de 2012

Salud por dinero, dinero por salud


Como muchas otras cosas, la medicina sigue la misma tendencia que todo lo demás: para arriba. Cada día son más caras las consultas, los estudios, los medicamentos y hasta la gasolina que te gastas en ir con el doctor.

Podrás decir que ahí están los seguros, pero estos también siguen subiendo y no se ve para cuando termine esta escalada. Además, si los sueldos van para abajo, en muchos casos la única opción es morirse.

Como de costumbre, las tendencias en la sociedad nos muestran una gran capacidad de ironía o, al menos, de humor negro.

Con la tecnología ha surgido otra tendencia: el trabajo 24 por 7. Antes te ibas de la oficina y llegabas a tu casa a descansar. Ahora con tantos gadgets e Internet inalámbrico hasta debajo del agua, no importa a donde vayas, siempre puedes seguir trabajando.

Antes las reuniones se trataban de platicar, comer y echarte unas cervezas. Ahora siguen siendo lo mismo, pero con interrupciones para contestar correos, verificar estatus y hasta participar en reuniones.

Claro que esto solo aplica a las personas que “trabajan mucho” y, por lo tanto, ganan más dinero. Y es aquí donde el humor negro aparece.

Se ha comprobado en muchos estudios que dormir bien, alimentarse adecuadamente, ejercitarse y bajarle al estrés te darán una mejor salud. Sin embargo, por ganar más dinero nos desvelamos, dejamos de comer, no tenemos tiempo para el ejercicio y nos administramos grandes dosis de estrés.

¿Qué no has visto en todos lados que los trabajos mejor pagados son los que más riesgos tienen y los que generan mayor cantidad de estrés?

Así que pasamos la mayor parte de nuestra vida trabajando y buscando cada vez más dinero, aún a costa de nuestra salud.

Lo irónico es que, conforme pasa el tiempo, nuestro cuerpo termina dándose por vencido y sucumbe a todas las enfermedades que la juventud mantuvo a raya.

Al final, gran cantidad del dinero acumulado a costa de la salud, se va en tratar de recuperarla. ¡Vaya que es humor negro!

Todos queremos siempre más, pero los excesos siempre acabarán por pasarnos la factura, y traerá intereses acumulados. Sin embargo, ¿sabrás detenerte a tiempo?

Hay personas que dicen no tener opción, pero todos la tenemos. Solo es cuestión de controlar nuestros impulsos destructivos y aprender que la vida es más importante.

Claro que siempre te queda el gastarte todo tu dinero para curarte ataques al corazón, diabetes o embolias, pero bueno, cada quién decide…


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jueves, 17 de mayo de 2012

La famosa oportunidad perdida


Las oportunidades tienen la mala costumbre de no avisar cuando vienen y de no traer un letrero que diga si son buenas o malas. También nos han dicho que los problemas son oportunidades disfrazadas y que donde menos lo esperemos nos saltarán a la cara.

Y, lo más importante, cuando llegue la oportunidad, no la desperdicies.

Buen consejo… pero como muchos otros, llegó demasiado tarde para muchos de nosotros. Yo en lo particular he dejado pasar varias oportunidades de hacer dinero, de conseguir pareja (afortunadamente, porque no estaría con quien estoy ahora), de viajar, comer gratis y mil cosas más.

Cuando han pasado y las recuerdo no puedo evitar darme un pellizco por haber sido tan miope, pero ya no queda remedio: a fin de cuentas, siempre vienen otras.

Porque, aunque a veces pienses que no, las oportunidades perdidas son simplemente eso: oportunidades perdidas. No existe eso de que la “oportunidad solo se presenta una vez en la vida”.

Si estás poniéndote en el camino de las oportunidades, eventualmente te va a tocar la tuya. Yo siempre esperé una oportunidad en el mundo corporativo e hice lo posible por que no me dejaran pasar en promociones, cambios de equipos, nuevas áreas y demás.

Sin embargo, como en muchas otras cosas, la ley de los imprevistos se presentó y me quedé un día buscado trabajo en otro lado. Mala suerte.

Me podría pasar horas comentando acerca de las mil oportunidades que se me fueron, pero me gusta más pensar en las que no dejé ir, como la de hacer un negocio en Internet. Me cayó por casualidad y con el tiempo le fui agarrando gusto y facilidad.

¡Qué diferencia el trabajar en mi casa, con mis propias reglas y no estar a la merced de lo que piense otra persona! Y pensar que nunca esperé esto ni lo quise: yo quería destacar en mi trabajo y llegar a ser un empleado estrella.

Ahora, gracias a la famosa “oportunidad perdida”, soy independiente y hago lo que siempre he querido. Claro que a veces es más trabajo y siempre estoy vulnerable a que algún servicio cambie las cosas, pero prefiero mil veces esto que lo que tenía.

Si se te fue la “oportunidad de tu vida” no te preocupes. Eventualmente volverá, si es que realmente es lo que estás buscando, y no porque exista el karma o alguna cosa de esas sino que te pondrás en su camino siempre.

Y si no se te presente, te aseguro que otras le seguirán. Afortunadamente no hay un contador de oportunidades y éstas siempre estarán saliéndote al paso; solo es cuestión de mirar un poco más cerca.


martes, 15 de mayo de 2012

Tu Mentalidad Siempre Cambia

“Así soy yo” es una de las frases que más limitan el potencial de una persona. Lo que sobra en éste mundo son personas que hacen con algún comportamiento que no las ayuda, como llegar tarde, comer en exceso, gastar de más o entrarle mucho a la cerveza.

Si las confrontas con eso, hay una buena oportunidad de que te contesten: “Qué quieres, así soy yo”. En pocas palabras, esa es su forma de ser y no hay nada que pueda cambiarla. Quien tiene ese tipo de pensamiento tiene la excusa perfecta para no hacer nada que implique algún cambio o mejora.

Lo peor de todo es que, estrictamente hablando, eso de que “así soy yo” es puro cuento.

Aunque todos tenemos algunos rasgos de personalidad que nos distinguen, como hablar muy fuerte, rascarnos la nariz cuando decimos mentiras o masticar diez chicles al mismo tiempo para ver que tanto se nos cansa la mandíbula, la realidad es que no somos quienes éramos hace algunos años.

De acuerdo a los científicos, nuestro cuerpo se regenera constantemente. Así como la piel muerta cae continuamente en la cama, alimentando ácaros con los que duermes pero afortunadamente no ves, igual nuestros órganos internos se van deteriorando y renovando. Prácticamente todo tu cuerpo es nuevo, ya que el que tenías de bebé se degradó y renovó, tal vez varias veces. Lástima que sigue apareciendo el lunar que no te gusta o las estrías…

En fin, así como tu cuerpo se renueva continuamente y tal vez seas un nuevo tú cada cierto número de años, también tu mente cambia continuamente.

A veces me siento a recordar las cosas que me gustaban de chico y me pregunto cómo fue posible que yo pensara que eso podía ser cool. También recuerdo las “frases inteligentes” que le dije a alguna chica para impresionarla y no puedo creer que yo mismo haya pensado que esa tarugada que dije era inteligente.

Nuestra mentalidad cambia continuamente, nos guste o no. Uno de mis compañeros de la escuela, bastante revoltoso y siempre metido en problemas, terminó siendo el líder de una asociación que ayuda a los desamparados y un tipo profundamente religioso.

La chica más tradicionalista y “mocha” de la universidad aceptó de pronto que es lesbiana y vive con su pareja “fuera del clóset”. Ambas están buscando la manera de adoptar un bebé y participan en demostraciones de igualdad gay, sin importarles lo que piensen los demás, algo que antes la detenía para cualquier cosa.

Algunas de estas personas cambiaron su forma de pensar por las circunstancias, por eventos catalizadores en su vida o, simplemente, porque “maduraron”.

Sin embargo, también puedes “madurar” intencionalmente y cambiar tu propia mentalidad, una de las pocas cosas que puedes controlar en tu vida. Si no lo has hecho, empieza desde ahora a programar tu mente para el éxito.

No puedes cambiar lo que fuiste, pero puedes cambiar lo que eres, para mañana ser lo que quieres ser. Al fin que los cambios son baratos.

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domingo, 13 de mayo de 2012

La lente con la que ves

Abundan los escépticos que aseguran que el pensamiento positivo, las afirmaciones diarias y la actitud no cuentan para muchas cosas. De hecho, la gran mayoría de la gente considera a los positivos como freaks, en el mejor de los casos, y como lavados del cerebro en los peorcitos.

No voy a negar que durante muchos años seguí esta misma tendencia y todavía soy escéptico para muchas cosas, pero la actitud y el cambio de mentalidad han demostrado, una y otra vez, que pueden afectar cualquier resultado.

Hace muchos años, en un torneo mundial de artes marciales, uno de los concursantes estaba a punto de llegar a la final. Cuando estaba preparándose para el último combate, el entrenador contrario le dijo “¿Para qué vas a ganar? Ni bandera traen…”, refiriéndose a que no estaba la bandera de México entre las que podían poner en el asta, ya que la delegación no la llevaba.

Su entrenador fue a preguntar y resultó que efectivamente, no habían llevado la bandera. Tal vez pensaron que no había manera de que alguno llegara a la final. El impacto psicológico fue tal que perdió miserablemente el combate, a pesar de su brillante actuación durante todo el torneo.

Si piensas que el otro le ganó porque era mejor, no fue así. Lo había vencido fácilmente en torneos anteriores y pasó a vencerlo fácilmente en torneos posteriores. No se enfermó ni se lastimó ni se “enfrió”: simplemente perdió su actitud ganadora.

En otra ocasión estábamos viendo un documental de cosas raras y apareció una mujer llena de piercings y tatuajes que la hacían irreconocible y, para mi gusto, bastante grotesca. Sin embargo, uno de nuestros compañeros dijo que “admiraba el arte que llevaba en su cuerpo”. "¿Pues qué no estamos viendo la misma cosa?", me pregunté…

En un partido de fútbol, cerca de la línea de meta, el portero salió y prácticamente tiró al jugador para que no anotara el gol. Yo, como el observador más objetivo (no le iba a ningún equipo ni soy tan fan del fútbol), pude ver que, aunque la jugada estaba muy cerrada, en la repetición se veía que las manos del portero iban más a la pierna del jugador que a la pelota, mostrando una intención de tirarlo.

Los dos fans contrarios, sin embargo, decían a gritos y con la cara roja, que “se veía que era una jugada limpia” y “ese mendigo portero ni tocó la pelota”, respectivamente.

“¿Pues qué no estamos viendo lo mismo?”, me volví a preguntar…

Tú visión de la realidad no está en tus ojos, está en tu mente. Así, un científico verá una aurora boreal como un hecho maravilloso por las fuerzas físicas y magnéticas que lo forman, un religioso dirá que es un milagro del creador y un nini ni siquiera levantará la vista de su celular.

Tu actitud puede cambiar la forma en que ves el mundo y lo puede hacer en segundos, como el karateca que perdió ese torneo (pero ganó muchos más, por cierto) o puede estar dentro de ti hasta la muerte, como los fans del fútbol.

La buena noticia es que solo tú tienes el control sobre eso. Aprender a manejar tu mente es la mejor manera de cambiar la forma en que ves el mundo y puede llegar a ser la única diferencia entre el fracaso y el éxito para ti.

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lunes, 7 de mayo de 2012

Empieza tu día como niño

Hace tiempo vi una encuesta acerca de cómo empezar bien el día. Había muchas propuestas de muchas cosas, desde despertar con un beso del ser amado o con una vista directa a un fajo de billetes.

Cada quién ponía cosas que hasta daban risa, pero había una en particular que me llamó la atención: empezar el día como un niño.

Los niños tienen esa particularidad de hacernos pensar aunque sea lo último que tengan en mente. Lo sé porque, como padre, siempre he podido aprender cosas de mis hijos, aunque sus lecciones siempre vengan disfrazadas de travesuras o intentos de conseguir más dulces.

¿Por qué empezar como niño? Porque, aparentemente, los niños tienen la manera de olvidar lo que pasó el día de ayer y poder esperar muchas cosas del mañana. ¿Cómo se explica que mis hijos, después de pelearse con sus amigos por alguna tontería, llorar y decir que ya no son sus amigos, al otro día olviden todo, se contenten y quieran salir a jugar con ellos?

Todos los días nos levantamos con las malas sensaciones del día anterior y lo primero que nos viene a la mente son las cosas malas que nos esperan en el nuevo día. Deudas, pleitos con compañeros, vecinos, policías y parejas, mala economía, trabajo que no nos gusta… las cosas pueden ser tantas que me sorprende cómo podemos tomarlas tan a la ligera.

Los niños no. Se levantan con flojera por ir a la escuela o porque quieren salir al zoológico, pero todo parece tener miles de oportunidades. El día es largo y las posibilidades son cada vez más interesantes para quien tiene los ojos abiertos.

Es una lástima que parecemos preferir cerrar los ojos a nuestro alrededor y abrirlos a nuestros problemas pasados, presentes y futuros. ¿Qué nunca vamos a dejar descansar a nuestra mente?

Porque también necesita vacaciones…

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lunes, 30 de abril de 2012

¿Cuántas cosas dejaste de hacer por los demás?

Hace muchos años, cuando era un chicuelo, el Yoga prácticamente no existía. Sí, había algunos que lo practicaban y se hablaba algo de él, especialmente cuando salía alguno de sus exponentes en televisión y se metía en una cajita durante 4 horas, sumergido en una alberca.

Nada más de verlo me daban ñañaras, pero eso era el Yoga: un entretenimiento para la televisión. De hecho, en la escuela a los que lo practicaban les decían que estaban medio lurias y que solo les faltaba el turbante.

Así que nunca lo hice, no por falta de ganas u oportunidad, sino porque no quería que dijeran cosas de mí. A esto le puedo agregar tantas cosas que llenaría éste blog por varios años.

Cuando pasaba el tiempo y veía que esto de trabajar para una empresa nada más no me llenaba, empecé a buscar otras opciones, principalmente inversiones y negocios tradicionales. El asunto de ganar dinero en Internet se me hacía un fraude y ni siquiera le puse atención.

Viéndolo en retrospectiva, no sé si lo hacía porque en realidad pensaba que era un fraude o solo porque los demás decían que lo era. De hecho, muchos todavía lo dicen, aunque yo ya viva totalmente de Internet y no tenga otros ingresos.

La vida parece tener un especial gusto por la ironía. Los chavos que nos poníamos a fumar a escondidas porque era cool, con el tiempo nos convertimos en los adultos que queremos dejarlo y no nos importa que los demás lo sepan.

Parte de crecer es aprender a dejar que la opinión de los demás no influya en ti. Todavía recuerdo las estupideces (por utilizar un término amable) que cometí presionado por el grupo, los amigos y las mujeres y me da un escalofrío.

Por muchas de ellas debí terminar herido, muerto o en la cárcel, pero nunca pensé en las consecuencias, solo en que los demás me aceptaran.

Hoy en día ya aprendí a superar eso. No voy a decir que no me afecta lo que me digan los demás porque siempre me va a importar, pero su opinión ya no dirige mi vida.

Desde hace años hago lo que hago porque creo que es lo correcto o porque estoy convencido de que me dará lo que estoy buscado. Si los demás piensan que estoy loco, bueno, ya lo piensan de todos modos.

No importa cuántas cosas dejaste de hacer por “el qué dirán”. Las que importan son las que vas a hacer sin que los demás te detengan. ¿O no?