lunes, 6 de febrero de 2012

No todos somos iguales

Cuando se trata de actitudes, todos somos muy distintos. A veces no importa qué actitud tengas: los demás parecen ponerse de acuerdo para estar en tu contra.

Aunque eso es parte del juego, a veces simplemente olvidamos que, nos guste o no, somos parte de una sociedad y no todos tenemos las mismas ideas.

Así, una ardilla puede ser una fuente de gérmenes para un hipocondriaco o una muestra de diversidad para un ecológico.

La manera en que las personas toman las cosas varía de acuerdo a su propia escala de valores y más vale que tengamos una actitud abierta a la diversidad.

Si tú un día no saludas a tres personas una de ellas puede tomarlo como un insulto, otra como un desaire y la tercera ni siquiera se dará cuenta.

La falta de empatía hacia los demás puede generar muchos problemas.

Hace años tenía 3 clientes. Uno de ellos decía que yo era el mejor que lo había atendido, otro decía que era aceptable y el último decía que yo no servía para nada.

¿Lo interesante del asunto? A los 3 los trataba exactamente igual. Gracias a un gerente que me ayudó a identificar las necesidades de cada uno (en ese tiempo todavía estaba muy verde), pude adaptarme a lo que cada uno necesitaba.

Con eso mis evaluaciones mejoraron notablemente.

Así como tú te adaptas a algunas personas, es de esperar que muchas de ellas se adapten a ti. Claro que puedes considerarte el ser perfecto (no serías la primera persona en hacerlo), pero la realidad es que muchos ceden para poder llevar las cosas en armonía contigo.

¿Qué tanto lo haces tú? Si te esfuerzas en siempre salirte con la tuya y que todo debe hacerse a tu modo, tal vez sea hora de revisar si no estás llevando las cosas demasiado lejos.

Los humanos tenemos la capacidad de llevarnos bien cuando queremos, pero también podemos ser inflexibles y molestos con los demás.

Cada día somos más. No importa para donde vayas, la población está aumentando. Lo que parece que no aumenta es nuestra capacidad para llevarnos bien.

¿Cambiará eso o terminaremos matándonos por tropezar con alguien en una calle atestada?

Suena un poco exagerado, pero ya sucede.

No podemos controlar a los demás pero sí podemos controlarnos nosotros mismos. Aunque parezca que no, la gran mayoría de la gente responderá de la misma manera. Además, nunca lo sabrás a menos que lo intentes, digamos, ¿mañana?

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