miércoles, 22 de septiembre de 2010

Después Del Agua Fría

Soy fan de bañarme con agua fría. No solo porque vivo en una región calurosa y quiero refrescarme, sino por los efectos que tiene en mi cuerpo.

No sé los demás pero un duchazo de agua fría me despierta, me pone en movimiento y me da euforia. Irónicamente, hasta diría que me hace entrar en calor.

“¿Qué tiene eso que ver con… cualquier cosa?” podrás preguntar. Bueno, el duchazo no tanto, sino el instante previo a que el agua toque tu piel.

Imagínate una mañana fría y abres el agua de la ducha. Está helada. Sabes que no te matará pero no tienes otra opción. Así que tienes frente a ti dos opciones:

Te metes muuuuuy despacio. Primero te mojas los dedos y las manos y después poco a poco todo el cuerpo. ¿No sería lo mismo que te cocinaran en la hoguera?

La otra es agarrar aire (varias veces), cerrar los ojos y aventarte bajo el chorro de agua fría. Sí, es probable que se te corte la respiración y que el mismo cuerpo te diga que te salgas corriendo pero sabes que solo tienes que aguantar un par de minutos.

¿Porqué? Porque dos minutos después tu cuerpo se adapta. El escozor y la sensación de frío prácticamente desaparecen y puedes estar bajo el chorro frío por horas. Tu cuerpo tiene con que contrarrestar el frío y lo hace sin preguntarte ni dejarte tomar el control.

Lo mejor de todo es que tu cuerpo puede adaptarse prácticamente a todo. Sí, incluso eso que nunca has hecho porque parece muy incómodo o te da miedo.

Si te suben una vez a la montaña rusa es una experiencia; después de la vuelta número 10 se convierte en rutina. De hecho, para la segunda o tercera vuelta te preguntarás porqué le tenías tanto miedo la primera vez.

¿Has querido hacer algo pero tienes dudas? Hazlo como la ducha fría. Respira varias veces y aviéntate. No creo que quedes peor que como estás ahora. De acuerdo con la naturaleza, lo más seguro es que te adaptes y te preguntes “¿Porqué no lo había hecho antes?”.

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