viernes, 22 de junio de 2012

Cuando los cambios no hacen la diferencia

Hace poco vi un documental de unas hormigas bien méndigas de la jungla. No solo eran feroces guerreras sino que también tenían una maña bastante mala: se robaban las larvas de las vencidas y las tenían trabajando como esclavas en el otro hormiguero.

O sea que hasta en los insectos hay esclavitud… Pero bueno, el punto no es ese, sino imaginar la vida de estas hormigas, trabajando sin parar, todo el día, todos los días, hasta su muerte, para alimentar y cuidar una reina y un hormiguero.

Pero espera, ¿no es lo que hacen todas las hormigas? ¿Qué hubiera pasado si se hubieran quedado en su hormiguero? Es fácil saberlo: se la hubieran pasado trabajando sin parar, todo el día, todos los días, hasta su muerte, bla, bla, bla.

En pocas palabras, que la reina sea roja o negra no hace ninguna diferencia. De todos modos pasarán su vida… bueno, ya sabes cómo la pasarán. Bueno, las hormigas no tienen muchas opciones, pero nosotros sí. ¿O no?

Como con las hormigas, a veces el cambio de patrón (o reina), de ubicación o de instalaciones realmente no tiene diferencia alguna con lo anterior. Durante años he visto cambiar gente de trabajo o carrera para terminar exactamente en lo mismo, aunque estén en otro lugar.

Para alguien que trabaja 40 horas por semana en una oficina realmente no hay diferencia entre un edificio en el centro o en las afueras o el color de la computadora.

Muchas veces queremos cambiar nuestra vida pero aunque hagamos cosas que parecieran drásticas, como cambiar de carrera o de ciudad, a veces no hay ninguna diferencia en el resultado.

Así como las hormigas, si vas a seguir haciendo lo mismo, ese “gran cambio” que pareces estar planeando puede ser solo una pérdida de tiempo y recursos.

En una ocasión un amigo recibió una oferta de trabajo de otra empresa. La oferta incluía cambiar de ciudad. La diferencia de sueldo no era mucha pero la perspectiva de “cambiar de aires” lo hizo decidirse.

Renunció a su anterior empleo, se mudó y empezó “su nueva vida” en otra ciudad. En un viaje que hice coincidimos en el aeropuerto y fuimos a tomar algo en lo que salían nuestros vuelos. En ese rato me comentó cómo le iba. Lo gracioso es que su rutina diaria parecía exactamente igual a la anterior y me dijo que “ya estaba aburrido” y que tal vez regresara.

Así que el gran cambio no había sido tan grande después de todo.

Si estás pensando en cambiar de vida, fíjate que lo que hagas realmente haga una diferencia en tu vida. A veces solo necesitas pensarlo un poco para ver que vas a terminar como las hormigas: haciendo lo mismo en otro lado.

Pero bueno, así son las cosas en éste mundo… a veces solo te queda probar.


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