sábado, 11 de junio de 2011

Nunca hay que dejar de pensar

Hay cosas que de plano no se pueden discutir. Entre religiones, afiliaciones políticas y equipos deportivos, la decisión que muchas personas toman está totalmente ligada a éstas.

A veces, incluso cuando no quieren hacer algo, lo hacen porque “es lo que tienen que hacer”.

Lo bueno de los dogmas es que te permiten ejercer el poder sin que nadie pregunte. Eso cuando estás hasta arriba claro.

Lo malo es que los dogmas no permiten avanzar.

Los muchos logros del ser humano se deben a que un día alguien se preguntó si había otra manera de hacer las cosas.

A veces muchas de esas cosas se consideraban imposibles o pecaminosas y demostraron no ser ni una ni otra.

Cuestionar no es ser grosero ni ir en contra de nada, simplemente es cuestionar.

Cuando cuestionas echas a andar la maquinaria cerebral y empiezas a buscar otras cosas. Con esto se abren posibilidades, algunas buenas y otras malas, pero siempre se abren.

Todos nos hacemos preguntas. Todos cuestionamos. Desde niños queremos saber por qué llueve, por qué los perros no hablan y por qué el abuelito está arrugado.

Sin embargo, con el tiempo perdemos esta capacidad en muchas áreas de nuestra vida y esa es una decisión propia.

Usar tu cabeza no es malo, aunque a veces parezca que pensar mucho trae problemas. La búsqueda del conocimiento y de la verdad es algo que todos los humanos tenemos.

De tener esta curiosidad, tu vida puede estar mucho más llena, aunque a algunos no les parezca. Aunque, con un poco de discreción, todo se puede hacer.

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