sábado, 19 de marzo de 2011

La derrota empieza en la mente

Hace varios años escuché la historia de un karateka que estaba compitiendo en un torneo internacional. El chico era relativamente desconocido en el ambiente pero había mostrado gran arrojo, conocimiento y habilidad.

Mientras subía rápidamente de categoría para ocupar su lugar como finalista, el entrenador de su probable contrincante, que había sido el campeón el año pasado, fue a conocer a la delegación que iba con él.

Ahí se enteró que, para variar, la delegación no pensaba que fueran a llegar tan algo y no traían ni bandera ni el disco con el himno nacional.

El entrenador fue entonces con el nuevo peleador y le dijo “¿De qué te va a servir ganar? Tu delegación no trae ni bandera…”

Esto pegó en el ánimo del joven peleador tan fuerte que sufrió una dolorosa derrota. Muchos de los que vieron esa pelea se preguntaron cómo había llegado ese joven ahí si no mostraba nada que valiera la pena.

Solo uno un par de meses después, en otro torneo menos importante, el joven peleador se encontró con el campeón y le acomodó una derrota apabullante, que prácticamente no supo qué le pegó.

¿La diferencia? Físicamente ninguna. Sin embargo, el joven, que hacía unos momentos saboreaba el triunfo en un campeonato mundial, se vino abajo al saber que quienes supuestamente lo apoyaban, no le daban ninguna importancia a lo que estaba haciendo.

El joven fue vencido por un entrenador marrullero sin necesidad de un golpe. Antes del combate, estaba derrotado en su mente.

¿Cuántas veces te pasa lo mismo? ¿Cuántas veces ves al peligro a los ojos y te avientas con toda la fe del mundo, mientras que en otras te das por vencido incluso antes de empezar?

En la mayoría de las circunstancias tú eres la misma persona siempre. Tienes las mismas oportunidades y habilidades que tenías ayer y puedes lograr muchas cosas, si es que no dejas que tu mente te venza primero.

Recuerda que lo único que podemos controlar, es lo que pensamos. No pienses en la derrota. Esa déjala para después. A fin de cuentas, si pierdes siempre serás la primera persona en enterarte, así que no le digas a tu mente que vas a perder. Que sea siempre una sorpresa.


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