domingo, 13 de marzo de 2011

La magia de la creatividad

En cuanto llegué de un viaje mi hija me dijo que la ayudara a hacer una silla para masajes. Aunque me explicó más o menos cómo le iba a hacer para hacer el mecanismo que te daría masajes automáticamente, no lo entendí en principio.

Después de terminar el armazón de una silla común, comenzó el problema de poner en acción lo que tenía en la mente. Obviamente no había manera de hacerlo exactamente como lo había pensado, pero cada cosa que aparecía tenía una solución en su cabeza.

Mientras la veía sacar conclusiones rápidas y hacer inventos mentalmente, recordé a todos los que he visto en mi vida que simplemente dejan las cosas al primer obstáculo, yo incluido.

De niño parece que nada es imposible y que no importa que tan difícil parezca, tú podrás hacerlo. Cuando crecemos este espíritu realmente se empieza a perder.

¿Cuántas veces has dejado algo porque se veía muy fácil pero realmente no lo es? Hay que volver a ser como los niños y sacar soluciones, aún descabelladas, sin dejar de pensar que es posible acabar lo que queremos, solo necesitamos un poco más.

Al final terminamos una silla que, si bien no funcionaba como ella quería, al menos te daba cosquillas cada que la encendías. Este primer intento no la detuvo; ya está pensando en que más ponerle.

Tal vez termine por ser una silla más en la casa o pueda realmente dar masajes. Muchos dirán que no funciona y que es perder el tiempo. Ella no. Sigue pensando en qué le falta a su silla para que haga lo que ella quiere.

¿Yo? Le apuesto a ella. Puede que termine, puede que no. Puede que esto solo parezca una pérdida de tiempo pero yo sé que esto no solo despierta su mente sino que la hace creer en que realmente se puede hacer lo que sea.

Por eso envidio a los niños. La palabra imposible no tiene cabida en su mente. Lástima que llena la nuestra.

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