sábado, 6 de junio de 2009

Huy, que miedo...

El miedo nace con nosotros y está siempre en nuestra vida. Existen muchos miedos, algunos instintivos y otros adquiridos, que nos acompañarán siempre. Estos pueden ser tan comunes como el miedo a las armas o tan raros como el miedo a las mariposas. Cada quién carga con sus demonios y tiene que lidiar con el miedo que le proporcionan, afortunadamente, gratis.

El problema del miedo es que te puede impedir avanzar. Y no solo en hacer cosas arriesgadas; durante mi vida he visto cosas de veras extrañas. Por ejemplo, un compañero de la universidad comenzó a chafear con las calificaciones. No podía terminar sus trabajos y todo le salía mal. Parecía que el estrés lo seguía para todos lados. Supongo que eso le pasa a mucha gente, pero aquí estoy hablando de una persona con un promedio sobresaliente que había mantenido durante toda la carrera, y que estaba cursando el último semestre.

Con el tiempo, cuando estaba en un curso para el manejo del estrés que dio la empresa en donde trabajaba, mencionaron un caso parecido, donde resultó que el tipo que reprobaba lo hacía porque le aterraba la idea de salir de la universidad (un medio que conocía y dominaba) y entrar a trabajar. Cuando mencionaron el caso, me acordé de este cuate enseguida. Este tipo terminó la carrera, hizo una maestría y da clases en la universidad. Desde mi punto de vista, pudo hacer mucho más dinero y prestigio en otro lugar, pero prefirió seguir en el mismo lugar. Y lo peor es que, según sus propias palabras, no le gusta dar clases.

Tener mucho miedo puede detenerte por siempre, pero no tener miedo en absoluto puede volverte estúpido

El miedo puede cerrarte las puertas a muchas cosas, pero también te sirve para mantenerte en el camino. ¿Has conocido gente “sin miedo? Yo sí. Muchas. Y la gran mayoría se la pasaban haciendo las cosas más tontas, simplemente porque “no les asusta nada”. Muchos de ellos no ha podido hacer nada concreto, supongo que por lo mismo. La ausencia de miedo les impide enfocarse y los anima a saltar de una cosa a otra sin pensarlo.

Como siempre, tener miedo sirve en una cantidad adecuada. El miedo a fallar, morir o dañar a alguien más hace que tengas más cuidado cuando haces las cosas. Te hace pensar antes de actuar y te lleva a buscar el camino más seguro. Eso no tiene nada de malo, cuando tu nivel de miedo te lleva a ser mejor.

No tener miedo te hace aventarte sin pensar. Te lleva a correr riesgos innecesarios y te puede hacer arrastrar a otros en cosas que no deberían haber pasado ni por error.

Aunque puedes detenerte por flojera o desidia, también puede ser por miedo. No hay que aprender a desaparecerlo; hay que aprender a vivir con él. Tener mucho miedo puede detenerte por siempre, pero no tener miedo en absoluto puede volverte estúpido. Ninguna de las dos es buena.

Como en otras cosas, ni poco ni demasiado, todo es cuestión de medida.

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