martes, 12 de mayo de 2009

Saber Retirarse A Tiempo

Cuando quieres hacer un negocio o ganar dinero extra, tu actitud y motivación van a tener más que ver con tu éxito que las demás variables. Cuando tienes todas las ganas de lograr tus metas, es difícil que los obstáculos te detengan; si te falta entrenamiento, estudias; si te falta dinero, lo consigues; su te falta practica, practicas.

Cuando quieres lograr algo, lo que más va a importar es que no te dejes caer por los obstáculos que vas a encontrar en el camino. Hay una máxima que he leído durante años y que aplico para gran parte de los proyectos que emprendo:

Los ganadores nunca se rinden y los que se rinden, nunca ganan

Esa frase apréndetela de memoria y repítela cada que te de flojera a hacer algo. No importa que sea ni de que se trate; si tú la aplicas, difícilmente vas a perder. Bueno, con una sola excepción: los negocios.

No digo que la perseverancia sea mala; simplemente, hay veces que la gente aplica esta frase de manera muy general, y, muchas veces, no es el caso, especialmente cuando se trata de negocios.

Hace muchos años, me junte con unos amigos para comprar pollos, engordarlos y venderlos. Iniciamos con poco dinero, 100 pollitos y una pequeña inversión para el cobertizo en donde estaban. Con un poco de tiempo, empezamos a ganar un poco de dinero que, aunque no cubría la inversión ni nos daba ganancias, sí hacía que el negocio se mantuviera solo. Hasta que llegó pollo de EU.

El precio del pollo fue realmente irrisorio y no había manera de competir con él. Aunque el nuestro tenía la ventaja de ser criado con cariño y buenas prácticas, la realidad es que mucha gente se fue con el precio. En pocas palabras, las ventas se fueron al suelo y no había manera de ganarle al precio del otro pollo.

Viendo lo que había que ver, comenté que lo mejor sería vender todos los pollos a un precio más bajo y quedarnos con la pérdida, que en ese momento no era mucha. Todo mundo me dijo que estaba loco y que había que perseverar, que sí quería, que me retirara y que perdía mi inversión. Decidí retirarme.

Mi decisión no fue visceral. Ninguno tenía el tiempo para dedicárselo a una empresa en forma y no teníamos dinero para iniciar una instalación en grande, que era la única manera de competir. Además, en esos años no estaba la onda orgánica, así que no mucha gente estaba dispuesta a pagar el alto precio de nuestros pollos.

Así que me retiré. Ellos siguieron, trabajando en el cobertizo (un trabajo bastante pesado) y engordando pollos que no se vendían. Con el tiempo, la carga de comprar alimento y mantener pollos que cada vez estaban más grandes, acabó por desanimarlos y dejaron todo cuando se vendió el último pollo, pero con grandes pérdidas y pleitos personales.

Así que, de los cinco, fui el que salió perdiendo menos y sin muchos resentimientos. Con el tiempo, yo me reí de mi mismo. Ellos tardaron un más, tomando en cuenta que perdieron más dinero y se dijeron cosas un poco más feas.

Retirarte a tiempo y en tus términos es parte de ser ganador.

El punto no es que te retires cuando las cosas estén mal; siempre hay soluciones. Analiza objetivamente las circunstancias y toma una decisión informada de lo que puedes esperar. Tal vez no puedas; sabio es aquel que reconoce sus limitaciones. Tal vez las circunstancias no son las correctas; hay cosas sobre las que no tienes control.

Sigo pensando que los que se rinden no llegan a ningún lado, pero retirarse tras un análisis objetivo no es rendirse; es, siguiendo la terminología militar, vivir para pelear otro día.

Los que se rinden nunca ganan, pero parte de ser ganador es saber retirarte a tiempo y en tus términos. Solo tú podrás saber si te acobardaste o simplemente te diste cuenta de que agarraste más de lo que podías masticar. A todos nos pasa. El seguir obstinado en un plan que ves que no funciona no es perseverar; es seguir la manada al fondo del abismo. También la perseverancia mal entendida puede acabar contigo.

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